- Sírvame otra copa.
- ¿No cree que ya lleva suficientes?
- ¿Suficientes para qué? ¿Para olvidar esta mierda de realidad, el hastío, el vacío, la decadencia, la soledad, e incluso para olvidarme de mi propia existencia? No, no lo creo.
Pero entonces, llegó la chica negro eléctrico, y su mirada electrocutó todo el bar. Él, sin girarse, sabía que una musa acababa de llegar. Ella observó desinteresadamente el lugar, hasta que le vio. Se acercó hasta la barra, y se le quedó mirando mientras él le daba el último sorbo al vodka.
- Usted debe de ser escritor.
- ¿Qué le hace pensarlo?
- Bueno, está solo, borracho, su mirada muestra su desencanto por la vida… pero a decir verdad, su libreta le delata.
- Mi libreta sería más provechosa como papel de váter que como instrumento de creación.
- ¿Sabe? Es usted interesante, ¿señor…?
- Llámeme X.
- Está bien. Señor X, es usted muy peculiar, y me gustaría decirle algo.
- Ahora sí que estoy en peligro.
- No, querido X, porque aunque no lo crea, algún día salvaré su alma.
Y sólo escuchó el sonido de sus afilados tacones alejarse de la sala, hasta desaparecer y dejar el habitáculo trastornado, por no hablar de su cabeza.
Se volvió hacia la barra, y le dijo al camarero:
- ¿Ve? Aún no llevo las copas suficientes para olvidar la existencia de las musas.
qué ganas de acogorzarme tengoooo
ResponderEliminarcómo me gutsa tu manera de escribir! a veces es cómo si alguien hubiera escrito por mi, pero a la vez cosas que jamás hubiera escrito...es muy raro...
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