Eternidad

*Recuérdame como un día imaginaste que fui

martes, 22 de junio de 2010

Cortocircuito

Toc-toc

- Hola

- … Ya tardabas, Srta. N.

Si bien mantengo mi postura ante la inexistencia de una felicidad continua y duradera, hay etapas en las que la estabilidad gobierna tu alma y te sientes tranquila. La monotonía no es mala cuando la persona que la enfunda no lo es.

Mas sin embargo la autodestrucción puede echar por tierra cualquier cosa que hayas construido con esfuerzo cuando los cimientos son de barro. Así, autodestrucción y autoestima entran en una guerra con un solo posible ganador. Y creo que ya saben quién muere.

Así pues, me hallo de nuevo sentada en aquella vieja acera, a mi derecha Ashley ofreciéndome un cigarro, con cara de pocos amigos. A mi izquierda Anaís, intentando comprender mi tristeza; y detrás, en el fondo, Richard, consciente de cada pensamiento que cruza mi mente.

En mis manos, aquella botella de vodka ficticia, y a mis pies, todo lo que un día fui.

- Todo es por no llevar tacones – dice Ashley

La miré, acepté su cigarro, imaginé que me lo fumaba, y lo tiré a aquella vieja alcantarilla.

- Aún no te has apagado del todo, Srta. N., de lo contrario nosotros no estaríamos aquí. Ha de haber algo por lo que no hayas tirado la toalla.

- Así es, Anaís – interviene Richard- y es el motivo por el que tú, Ashley y yo existimos.

- ¿Cuál es el motivo?

- Más bien quién es el motivo. Y es él. Por eso no fuma el cigarrillo, ni bebe el vodka, ni escribe frases sentenciando su existencia. No hace nada porque no sabe qué hacer.


Y ahí estaba yo, una pobre escritora sin libro, escuchando a tres productos de mi imaginación debatir sobre mi persona.
Y Ashley, como siempre, aburrida de tanta reflexión, me llevó de nuevo a la acción:

- Si todo lo que fuiste está por los suelos, recoge los pedazos y móntalos. Mírate al espejo, ponte tu mejor gala y sal a la calle. Puede que llores, pero es parte de la vida. No estás tirada en el hastío como hace un tiempo, cuando por necesidad nos encontramos mutuamente. Ahora tienes un motivo. Quizás sólo sea uno, pero es el más importante y el más verdadero de toda tu vida.

Asentí, y me levanté de la acera, en frente del bar donde tantas veces divagué.

- Ah, y una cosa más: ponte los malditos tacones. Es hora de electrocutar.

domingo, 20 de junio de 2010

Pum


Mis manos aferradas a dos pistolas sentimentales disparan bajo el juicio equivocado. El irracional.
Estoy cargándomelo todo.