Son sueños de un futuro tan cercano como –quizás- factible. Imagino jugosas rutinas que incitan hasta al más vago a salir de la cama y hacer frente a los días. En ellas nos convertimos en seres con circunstancias sorprendentemente normales y somos capaces de mezclarnos entre el resto de personas sin perder esa luz que nos caracteriza.
En mis sueños nos vemos siempre a la salida de mi facultad, y como saludo me das un beso en la frente. Quizás cualquier persona me diría que un beso en los labios sería más romántico y pasional, pero para mí su boca en mi frente significa mucho más que en cualquier otro sitio, pues me siento tan protegida, tan especial y única… Y lo mejor de todo es que este gesto lo realiza delante de todos por primera vez, queriendo que vean lo importante que yo soy para él, que todo carece de sentido sin mi presencia.
En mis sueños pasamos la semana encargándonos de nuestras obligaciones, pero a veces comemos juntos, y los días se van sucediendo con mis ataques de histeria y tus toques de humor a la vida. En ellos me clasificas por primera vez como lo que siempre quise ser pero no se pudo, y me paseas como un bonito regalo en tus círculos.
En mis sueños me coges de la mano y la acaricias mientras hablas con un conocido por la calle. También me besas la mejilla en la biblioteca mientas subrayo los apuntes, y pasas tu brazo a mi alrededor mientras tomamos una copa con los amigos. En ellos es obvio que me adoras y que nada es lo mismo sin mí.
Pero sobretodo, en mis sueños sé que me quieres, porque lo siento, y no existen ni dudas, ni temores, ni muros entre nosotros que me impidan llegar a ti, ni malos momentos que recordar, porque la plenitud y la seguridad es máxima. Porque confío en ti.
Sólo faltan los polvos mágicos para convertir este sueño en realidad. ¿Será hora de usarlos ya?
Quizás el Oráculo esta hoy en uno de esos días de sinceridad brutal. Ayer lo pensé, en la ducha, recordé como envolvía una y otra vez los recuerdos de los hombres que pasaron por mi vida con el papel más hermoso, vistoso, luminoso posible, para darme cuenta, años después, de que ni tan siquiera uno supo apreciar la calidad del amor que yo le profesaba, devolviéndome tan sólo migajas. Tras su silencio imaginaba o soñaba una personalidad atormentada, una duda existencial, un no poder soportar tanto amor y la imposibilidad de saber declamarlo. En el fondo, seguramente, la final de la Champion (por decir...). Nadie debe renunciar a ser el mejor del universo.
ResponderEliminarVUELVE SEÑORITA, VUELVE
ResponderEliminarlos sueños...
ResponderEliminarsi logras hacerlo realidad, hazlo, por mucho q sepas q puede haber un final...creo q aunque despues hayan lagrimas... todo eso vale la pena...
otra vez excelente el relato...
cuidate muxo !
Lo sé. Nunca había ni rozado el fondo, pero te aseguro que ahora lo siento, lo estoy tocando. Qué cruda se ha vuelto la vidaaaaaa.
ResponderEliminarSobre los sueños te recomiendo «Waking Life» de Richard Linklater.
Gracias por hablar de pollas en mi Blog.
ResponderEliminarHace poco volví a dar con tu blog, tras perder el enlace en zafonforum. No sé si recordarás, soy Destino.
ResponderEliminarEspero seguir deleitándome con tus palabras.
No me digas cómo, no me digas cuánto. No decidas la medida del aire entre nosotros. No me digas las cláusulas de tu contrato de amor. No me digas tanto la verdad. No quiero sentir a medias. No calcules el alcance de mi imaginación. No me des tanto con condiciones. No clasifiques mi sensación. No me digas lo que siento. No lo sabes. No me cierres los ojos, no me tapes la boca. No lo ves? No me digas cómo llamarlo. No elijas la altura de mis deseos. No me impongas tus barreras. No quiero callarlo. No gobiernes mis sueños. No tengas miedo. Yo no lo tengo. No me quites las ganas, no me quites la emoción. No me quites esta sonrisa. No me quites la ilusión. No me digas hasta dónde. No soy una niña. No somos nuevos. No le pongas nombre, no lo limites. No me digas nada.
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