Eternidad

*Recuérdame como un día imaginaste que fui

martes, 15 de diciembre de 2009

Hacia Belén va una burra (o 40.000)

Somos la oveja negra de la sociedad. Proyectos fallidos de un rebaño de cabezas vacías e inconexas. No cumplimos con los requisitos mínimos para el buen funcionamiento del conjunto. Pensamos, y ello nos hace estar por encima de la niebla que ciega – a propósito- los ojos de las personas. No parecemos tener las mismas necesidades que el resto.

Los más sensatos – que son pocos – nos toleran. No comprenden necesariamente nuestras formas, pero prefieren no meterse en “camisas de once varas”. De todas maneras, su vida es demasiado sencilla como para intentar complicarla.

Sin embargo, hay otros “seres” que, no sé si por su “generosa” bondad o por falta de “vida” en su vida, se dedican a trazar planes para mejorar la calidad de nuestra existencia.

Nos observan, lo hacen durante todo el tiempo –demasiado-, y nos miran apesadumbrados, con pena, con compasión en los ojos. -“Oh, pobres niños encomendados al diablo. Mira cómo viste/habla/camina, mira cómo se pasa el día en el ordenador, haciendo a saber qué maldades (tal vez leer, escribir, o incluso estudiar, pero si lo supieran su leitmotiv se iría a la mierda), mira cómo se pasa todo el día con el novio, mira cómo va sola a todas partes, no tiene amigos.”

Y es la propia bondad de esos seres, su narcisismo a rebosar, el que les hace intentar conducirnos por la senda “adecuada”. –“¿Por qué no dejas el ordenador un rato y te pones a estudiar? ¿Por qué no sales con Tengolabocagrandedetantochupárselaalosdemiclase? Se le ve muy correcta. ¿Es que tu familia no te quiere? ¿No crees que deberías acostarte más pronto?”.Y así una sucesión de proposiciones vomitivas.

Pues miren ustedes, mis queridos hombres y mujeres de bien: me importa lo más mínimo lo que crean que es adecuado para mí, siendo personas tan ajenas como lo son. Estaré donde, cuando y como quiera estar. Si quiero acostarme a las 4 de la mañana, lo haré. Si prefiero estar 2 meses encerrada hasta salir con alguien, lo haré. Si paso demasiado tiempo con los susurros de mi mente y mi corazón, no haré nada al respecto. Es más, si me da por hacer el pino en medio de un paso de zebra mientras canto We were born for this, lo haré y seré mucho más feliz que ustedes, porque estaré viviendo al 100%, sin preocuparme de las formas, del qué dirán, de cómo me vean, de todas las consecuencias que ser así conlleva, y me reiré a carcajadas, porque mientras ustedes creen ver, yo veo, y mientras creen saberlo todo, yo puedo ver en sus miradas que ni tan siquiera saben quiénes son.

Mientras ustedes creen vivir, yo me río de la vida. Y disfruto.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Enlace contigo


La vida está formada por enlaces. Enlaces en la materia, entre las personas, hasta dentro del propio cuerpo todo está enlazado. Algunos son débiles, y otros prácticamente nulos. Hasta se podría decir que hay enlaces que encajarían mejor en la categoría de “desenlazados”. Sin embargo, hay otro tipo de enlaces que son fuertes, sólidos, a veces tanto que parecieran ser un todo, en vez de dos entes que se relacionan por distintos intereses.

Las personas, por lo general, funcionan así. Los enlaces son una necesidad, ya que gracias a ellos se obtiene esa estabilidad tan difícil de obtener a veces sin esa mano –enlace- a la que agarrarte cuando vas a caer. Algunos se conforman con uniones mediocres, debilitadas en la mayoría de los casos por banales intereses o frustraciones ocultas, pero no hay nada que llene más que esa fusión total con una persona, con ese nuevo tú que en conjunto formáis. Ambos se convierten en un espejo en el que lo que se ve es lo mismo para los dos, porque la complementariedad es absoluta.

Quizás por eso los enlaces débiles no sean tan dolorosos y fácilmente se olvidan: realmente nunca dejaron huella. No se puede decir lo mismo de las uniones fuertes, pues me harto de observar cada día en las facciones de muchas personas las consecuencias de una rotura de enlace. Se vuelven personas inestables, permanentemente andando sobre una cuerda desgarrada a cada paso que dan. Con el tiempo aprenden a formar un enlace consigo mismo, pero de vez en cuando, si les prestas mucha atención, se puede ver cómo su mirada sigue perdida, con la nostalgia de ese equilibrio que ya nunca volverá a ser el mismo, y aunque con el tiempo se acostumbrarán a su unión individual, jamás lograrán esa estabilidad hasta que retomen la capacidad de receptividad hacia las personas.

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Acostumbrada a la basura, apareciste tú como un dulce chocolate. Se sintieron perdidos mis sentidos de locura, la miel de tus labios me volvió adicta al instante. Podrías pensar que lo que digo no es verdad, pero mi mirada sobraría para demostrar que esto es real.

¿Y qué más da que el miedo quiera devorarme la cabeza? Si tu voz es un antídoto mejor que la libreta, y eso es un hecho, para mí el séptimo cielo, tus dedos rozándome y fundirnos en sexo.

¿Y qué más da que digan que la vida dura dos días? Si en cada uno de ellos has estado jugando con mi pelo. ¿Y qué más da lo que opinen, lo que piensen, lo que hablen? Mientras pierden el tiempo, yo gano momentos de oro.

Dame un beso de despedida, de despedida de este mundo, pues es mucho mejor el que formamos los dos juntos. Y no me sueltes de la mano, no me dejes caer, que hasta las personas más fuertes podemos dejarnos vencer.

Como yo me dejé cuando apareciste ante mis ojos, imposible ganar, ya te habías adueñado de mi todo. Un todo que por entonces no era nada, y ahora no hay palabra que defina este amor por ti tan loco.