Es el último atardecer del año, 2011 dice adiós. En los 3
años y pico que tiene el blog no me recuerdo escribiendo en Nochevieja. Supongo
que es lo normal, en una noche como hoy se suele estar más por otras cosas,
pero creo que este año merece una carta de despedida, así que I’ll do my best.
Llevo viviendo en Barcelona dos años y medio casi, ya. No
fue nada fácil adaptarme a estar en una ciudad que tanto conocía pero que a la
vez me resultaba por primera vez de lo más extraña. Los primeros meses tenía la
sensación de que nunca más podría volver a casa como concepto temporal. Era
cierto, nunca podría volver a aquella habitación de adolescente, llena de
libros, apuntes, fotos ególatras, canciones raperas/rockeras, y conversaciones
nocturnas. Todo eso quedaba por siempre en el pasado, y sabía que lo único que
encontraría al volver al lugar de los hechos, serían, como siempre, mis
recuerdos. Recuerdos de una época en la que todo tenía demasiado sentido. Mis
días estaban llenos de hastío, de dolor y de frustración, pero toda esa
negatividad tenía un motivo y un propósito, y era el llevarme a ese otro lado:
el de la pasión, los imposibles, y el rojo. Todo encajaba mejor que un puzzle
complejo, porque en mi mente la armonía era completa. Así pues, aunque no
pudiera dormir por la noche y sintiera una pena constante, también volvía de
camino a casa con mariposas en el estómago sin ser consciente siquiera ansiosa
por encender mi ordenador y empezar a reír.
Así que al partir a la ciudad condal sin darme cuenta dije
adiós para siempre a todo eso. Ingenua de mí soñando con un futuro mejor cuando
sólo me esperaban más desgracias y sufrimiento, esta vez lejos de mi safe
place. No fue fácil, no.
Y este 2011 no empezó desentonando, siguió con la melodía
del año anterior, fue subiendo la intensidad cada vez más hasta que el dolor se
hizo insoportable. Era tan fuerte que me aisló de todo lo demás, de quien yo
era. Me arrebató la inspiración, los objetivos, la superación, mi Ashley
interior, mi fiereza como mujer. Todo. Y ya no había ni pasión, ni uñas rojas,
ni canciones que pudieran paliar los efectos, simplemente desaparecí, me quedé
en stand-by.
En septiembre toqué tal fondo que en ese momento supe que
sólo me quedaba volver a subir. Sin saber muy bien cómo, decidí por primera vez
que lo que me pesaba tanto ya no importaba. Sólo me dolía porque siempre lo
había hecho, no porque me doliera en sí, dándome cuenta así de que ya no tenía
la carga que quería quitarme desde hace tiempo. Una vez tuve claro eso el
ascenso a la superficie fue de lo más fácil.
Mi yo de 17 años y yo tenemos en común una base fija sobre
lo que somos y sobre lo que queremos ser. La diferencia es que mi yo de 17
tenía cosas. Yo estoy en el punto de partida, preparada para lo que tenga que
venir, y eso es bueno, sentirse preparada para todo da mucha confianza y
seguridad y sobre todo, da tranquilidad.
Ha pasado mucha gente en mi vida, y por suerte sigue
pasando. La gran mayoría se han ido sin apenas inmutarme. Otras personas – las menos-
siguen a pie del cañón como el primer día (imposible olvidarme de Ángel
guardián, siempre tan fiel a mí). Y otras se han ido dejando una huella
demasiado grande como para pasarla por alto. Es ley de vida, supongo. Cada
época tiene unas personas que en mayor o menor medida te guían por el camino
que vas recorriendo, y cuando ese camino llega a un nuevo punto se van, aunque
no quieras que lo hagan. Sólo me queda recordar indefinidamente esos recuerdos
tan especiales que tengo hasta que tenga nuevos momentos –presentes- que pesen
más que los viejos, y para eso sólo hay que esperar que el tiempo haga su
trabajo.
Llevo mucho recorrido, pero me queda mucho más aún por
recorrer. A las personas que alguna vez me hayan leído y se hayan sentido
identificados porque han vivido alguna situación que les ha evocado el mismo
sentimiento que yo he plasmado en cada uno de mis textos a lo largo de estos
tres años: gracias, me sentí mucho menos sola sabiendo que no era la única.
Y para las personas que estén pasando por una situación
difícil y no vean el momento de que pase, no os preocupéis, porque no estáis
solos. Hay mucha gente que se siente sola, impotente, traicionada, en todo el
mundo. Y por mucho que suene a tópico: todo pasa. Puede tardar 1 mes, 6 meses,
1 año, 2 años, incluso 5, pero acaba pasando. La infelicidad tiene fecha de
caducidad, sólo tenéis que tener algo de paciencia y sobre todo fuerza de
voluntad, amor hacia vosotros mismos y un par de cojones, y se sale. Da igual
que esa persona te haya dejado y que lo eches de menos, o que tu familia te
haga la vida imposible, que en el instituto te hagan bullying o que seas la
persona más incomprendida del mundo, porque vivir ese tipo de cosas hará que un
futuro seas una persona fuerte y envidiable, con una claridad de ideas
impresionante y con una sólida fortaleza, mientras que los que te joden ahora
serán eso, simples personas con vidas tan poco interesantes que se fijan más en
la tuya, o gente tan egoísta que será infeliz toda su vida porque no soporta
ver brillar a la gente de su alrededor mientras no pueden hacer nada.
Todo pasa.
Después de este discurso presidencial, no está de más
compartir con vosotros algunos deseos que tengo para 2012.
- Ante todo, que la economía mejore y dé un poquito de ilusión a todo el país en general, nos lo merecemos. Además, la independencia es dura, y más cuando no tienes un duro!
- Poder llevar mi carrera a otro nivel y que el rendimiento se vea mejor reflejado en los resultados, eso me haría tremendamente feliz.
- Seguir con el buen rollo que tengo con mi clase. Con que se mantenga yo me conformo, porque hacía muchísimo tiempo que no me sentía tan a gusto con unas personas con las que comparto algo tan bonito como es nuestra futura profesión.
- Poder olvidar a las personas que ya no están y que la gente cercana a mí que también sufre pueda seguir adelante.
- Acabar mi primera novela seria.
- Avanzar musicalmente y hacer así más seria la vocación que tengo con la música.
- Seguir conociendo a mucha gente que me aporte cosas y con quien construir nuevos recuerdos.
Y sobre todo, y quizás el más personal:
- Que aparezca mi hombre del cigarrillo, con quien mantener conversaciones nocturnas trascendentales, para quien me pinte las uñas, los labios y el alma de color rojo, con quien perderme por Barcelona los viernes por la noche en secreto y poder escapar de la rutina con un beso. El hombre que me esperará fuera de un bar de los años 20 fumando un cigarrillo enfundado en su abrigo negro con su mirada fija en mí, con la seguridad de quien va a salvar el mundo en un abrir y cerrar de ojos si quiere, y que me llevará al cielo si quiero porque él, mi hombre, lo tendrá todo bajo control, y yo podré respirar al fin.
Hey, me ha gustado el "discurso presidencial". Tienes razón, no hay mal que 100 años dure y hay mucha gente que sufre. Hay quien dice que en el fondo todos estamos solos.
ResponderEliminarEspero que tus deseos se cumplan, especialmente ese último tan personal.
Un saludo!
Nacemos solos, morimos solos, es ley de vida. Lo único que depende de nosotros es cómo cruzamos el camino.
EliminarMuchas gracias por pasarte a leer y además comentar. Eres uno de los veteranos de blogger para mí, así que te lo agradezco doblemente!
Cambio de ciclo, cambio de aire, cambio de zapatos.
ResponderEliminarPD: Mi otro nick es Diamat, quizás te suena de otro lado ;) He visto que tenías este enlace y después de leer los posts colgados en patata quería ver más.