Era pleno verano y hacía un calor insoportable pero sin
embargo la calidez de la mano de Lucky en mí me reconfortó como si por dentro
estuviera a grados bajo cero. Aquel roce era eléctrico, atrayente como un polo
opuesto. Deseaba que la situación no acabara nunca sólo para poder tener ese
contacto con su cuerpo, por muy pequeño y tonto que fuera, era demasiada la paz
que me hacía sentir, como si reconciliara mis sentimientos hacia él.
Mi mano, insegura, temblaba ligeramente, y él, consciente,
comenzó a acariciarla con el dedo que tenía libre. Aún no sé si era un gesto
bondadoso por su parte o una fase más de su encabronado juego, pero en
cualquier caso mi corazón latía con vida propia.
Suspiré mientras bajaba la mirada y procesaba todo lo que
estaba pasando aquella noche, hasta que decidí girarme para encontrarme cara a
cara con mi amante enemigo Lucky Strike.
- ¿Qué te hace huir de mí de esta manera?
- Lo sabes perfectamente, no juguemos a ser adolescentes
porque ya pasó el momento– le dije con una mezcla de indignación y
desesperación.
Lucky, sin mediar palabra, aprovechó que cogía mi mano para
acercarme a él. Sólo cuando estábamos a centímetros el uno del otro me di
cuenta de lo que iba a hacer. Y efectivamente lo hizo. Me besó. No fue un beso
tierno, o de amor, no. Fue un beso pasional, libre de cualquier clase de
contención. Su mano libre rodeó mi cintura, atrapándome aún más si podía y
pegándome completamente a él. Sus besos eran fuego, me besaba como si su vida
pendiera de mis labios, dejándome sin aire. Lucky mordía mis labios cual
carnívoro deseoso mientras su lengua buscaba en mí su pareja perfecta con la
que bailar eternamente. Me estaba volviendo completamente loca.
Mientras me apoyaba contra la pared del edificio que
teníamos más cerca yo no podía pensar en nada, literalmente, pues lo que estaba
sintiendo aquel viernes noche en ese preciso instante era demasiado intenso y arrollador
como para procesarlo, pero lo cierto era que Lucky Strike, el hombre de mi
vida, era quien estaba besándome justo en ese momento, quien acariciaba mi
espalda y me apartaba el pelo con fiereza para morderme el cuello. Mis brazos
le rodeaban y yo sólo deseaba morir en sus brazos aquella noche, a pesar de que
él estuviera jugando conmigo, porque eso era lo que estaba haciendo. Así que en
una milésima de segundo me vino la lucidez y luchando con esfuerzos
sobrenaturales por no dejarme llevar por aquella pasión que conectaba de forma
irremediable nuestras almas desenlacé mis brazos de su cuello y lo aparté.
Él, obviando su evidente agitación, y un tanto desconcertado,
no entendía.
- ¿Qué ocurre?
- Esto no puede pasar.
- Sabes que lo deseas.
- Claro que lo deseo, pero no es esto lo que deseo.
- ¿Ah, no?
- No.
- ¿Y qué es lo que deseas?
- ¿Tú qué crees? Te deseo a ti. No deseo una noche de pasión
desenfrenada contigo, deseo que todas las noches estés en mi cama con la
certeza de que no te irás nunca. No te deseo a medias, no de esta forma.
Meterme en tu cama esta noche me hará feliz efímeramente, pero sé que mañana tú
no estarás y yo tendré que hacerle frente. He luchado mucho por estar donde
estoy hoy, y eso es mil veces más
importante que tenerte esta noche.
Lucky encendió un cigarro mientras me escuchaba.
- No te hagas el tonto, siempre has sabido lo que siento por ti,
no te aproveches de eso para calmar tu impulso sexual, porque al igual que yo
puedes tener a quien quieras. La diferencia es que para mí tú no eres
cualquiera, y precisamente por eso no quiero acostarme contigo, aunque me muera
por hacerlo.
Sonrió. Mató lo que quedaba de cigarro y lo pisó con
elegancia y yo estaba a la espera de que los restos de humo de su boca
volvieran a envolverme. En vez de eso, sin embargo, se acercó a mí y me besó.
Dispuesta a frenarle enseguida me fue imposible, pues de repente noté cómo el
humo de su boca atravesaba sus labios para entrar en la mía con su respiración,
mientras me iba envenenando el alma de una forma increíblemente placentera.
¿Qué podía hacer? Le amaba con todo mi corazón, así que
tragué aquel humo como si estuviera absorbiéndole a él y me apoyé en la pared
intentando evitar desfallecer ahí mismo.
Lucky volvió a sonreír y se acercó, esta vez para abrazarme.
Estuvimos abrazados un rato sin decirnos nada, mi mente temblaba porque se
tambaleaba mi entereza como mujer y me volvía a sentir como la chica inocente
de 19 años que había sido con él.
No sé cuánto tiempo pasó, pero finalmente habló:
- Deberías volver con tus amigas, querida, a estas alturas van
a pensar que te he secuestrado, cosa que por otra parte tendría que haber hecho,
en vez de dejarte hablar tanto.
- Ya sabes lo que deseo.
Lucky me besó en la mejilla lentamente, casi como si fuera una
caricia, y muy cerca de mi oído me dijo:
- Eres tú quien no sabe lo que Yo deseo, preciosa.
¿Qué significaba aquello? Daba igual, tenía que irme antes
de que me dejara llevar por mis sentimientos. Le sonreí y comencé a caminar de
vuelta al local, pero no pude evitar girarme y decirle:
- ¿Cuándo te volveré a ver?
- Cuando el destino lo desee – contestó, y emprendió su camino
en sentido contrario.
Como siempre.
¿Te vas o te quedas?. Que se vaya y se lleve su toxicidad diluída de falso encanto. Si se queda habrá bajas.
ResponderEliminarCuéntame mas, señorita...
Me encanta! Ya sabes, soy tu fan absoluta :)
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