Eternidad

*Recuérdame como un día imaginaste que fui

viernes, 28 de noviembre de 2008

Efecto boomerang con intereses

Eres veneno en sangre inyectado con la mirada. Eres una abeja, el aguijón tus palabras. Te mueves por instinto, por pura supervivencia. Observas a tus víctimas, peor que una mantis. No las matas, sino que las moldeas a tu gusto. Haces mil y un esbozos de todo eso que nunca has tenido y que nunca tendrás, y moldeas a la gente tal cual. Tu argumento interno irreconocible sería repartir tu infelicidad al resto de personas con posibilidad de saborearla, y es tu placer personal. Macabra pero víctima de tu propia obra. Hoy, parándome a pensar en tu maquiavélico plan de sustitución, me di cuenta de cuan elaborado ha llegado a ser con el paso de las estaciones. Ay, querida tóxica, no puedo sino compadecerme de ti. La felicidad es algo casi utópico, pero la infelicidad… je, la infelicidad es el castigo más grande, y es el precio que inconscientemente pagarás el resto de tu vida en tus fallidos intentos de dominación. Porque, ¿acaso el domador puede ser domado? Efecto boomerang con intereses, diría yo. Tu toxicidad ejerce un bucle de realimentación positivo, con tendencia a un crecimiento explosivo. Cuidado, amiga, puede que un día acabes envenenándote en tu propia esencia. Y, ¿sabes lo más gracioso? Me dará exactamente igual.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Lluvia de sentimientos

Un día llegué a casa y me pregunté: ¿de verdad he estado 7 horas fuera? Parece que sólo fuera un lapsus de mi mente y que en realidad sigo sentada en la silla, con la cabeza apoyada en mi mano, pensando por qué la felicidad no está hecha para personas como yo. Sayer me diría en una situación como esta que la felicidad es aburrida, pero no sé qué es peor, eso o el vacío. Un vacío intermitente, que aparece cuando crees poder hallar esa sensación de plenitud. Vale, sí, siempre he sido un alma descarrilada en cuanto a sentimientos, y que por instinto elegiría el camino de la amargura, pero eh, yo también quiero un break.
Por lo demás, todo se resume a rutina. Sal de casa, pon una sonrisa en tus labios, parece una persona normal, relaciónate con la mediocridad, hazte ver como tal, que si destacas, peor será. Estudia, vuelve a casa, agóbiate, sueña y agóbiate más por no conseguir que el sueño se transforme en realidad. Frústrate por no poder escribir o porque lo único que puedas escribir sea esta mierda. ¿La normalidad es una enfermedad contagiosa? ¿Puede la esencia de una mente soñadora, perversa, quizá manipuladora, y un poco idealista volverse simple? Ay… un día, llegaré a un sitio que no se corresponderá conmigo, y entonces, realmente habré dejado de ser yo.

Nos vemos en el comienzo de la noche, cuando aparquemos nuestros cuerpos y nos unamos en un tornado de sentimientos que nos haga estallar de placer…mental. Que no hay mejor sensación que una mente en sintonía con otra.