Eternidad

*Recuérdame como un día imaginaste que fui

sábado, 31 de diciembre de 2011

Goodbye, 2011. Hello, 2012.


Es el último atardecer del año, 2011 dice adiós. En los 3 años y pico que tiene el blog no me recuerdo escribiendo en Nochevieja. Supongo que es lo normal, en una noche como hoy se suele estar más por otras cosas, pero creo que este año merece una carta de despedida, así que I’ll do my best.
Llevo viviendo en Barcelona dos años y medio casi, ya. No fue nada fácil adaptarme a estar en una ciudad que tanto conocía pero que a la vez me resultaba por primera vez de lo más extraña. Los primeros meses tenía la sensación de que nunca más podría volver a casa como concepto temporal. Era cierto, nunca podría volver a aquella habitación de adolescente, llena de libros, apuntes, fotos ególatras, canciones raperas/rockeras, y conversaciones nocturnas. Todo eso quedaba por siempre en el pasado, y sabía que lo único que encontraría al volver al lugar de los hechos, serían, como siempre, mis recuerdos. Recuerdos de una época en la que todo tenía demasiado sentido. Mis días estaban llenos de hastío, de dolor y de frustración, pero toda esa negatividad tenía un motivo y un propósito, y era el llevarme a ese otro lado: el de la pasión, los imposibles, y el rojo. Todo encajaba mejor que un puzzle complejo, porque en mi mente la armonía era completa. Así pues, aunque no pudiera dormir por la noche y sintiera una pena constante, también volvía de camino a casa con mariposas en el estómago sin ser consciente siquiera ansiosa por encender mi ordenador y empezar a reír.
Así que al partir a la ciudad condal sin darme cuenta dije adiós para siempre a todo eso. Ingenua de mí soñando con un futuro mejor cuando sólo me esperaban más desgracias y sufrimiento, esta vez lejos de mi safe place. No fue fácil, no.
Y este 2011 no empezó desentonando, siguió con la melodía del año anterior, fue subiendo la intensidad cada vez más hasta que el dolor se hizo insoportable. Era tan fuerte que me aisló de todo lo demás, de quien yo era. Me arrebató la inspiración, los objetivos, la superación, mi Ashley interior, mi fiereza como mujer. Todo. Y ya no había ni pasión, ni uñas rojas, ni canciones que pudieran paliar los efectos, simplemente desaparecí, me quedé en stand-by.
En septiembre toqué tal fondo que en ese momento supe que sólo me quedaba volver a subir. Sin saber muy bien cómo, decidí por primera vez que lo que me pesaba tanto ya no importaba. Sólo me dolía porque siempre lo había hecho, no porque me doliera en sí, dándome cuenta así de que ya no tenía la carga que quería quitarme desde hace tiempo. Una vez tuve claro eso el ascenso a la superficie fue de lo más fácil.
Mi yo de 17 años y yo tenemos en común una base fija sobre lo que somos y sobre lo que queremos ser. La diferencia es que mi yo de 17 tenía cosas. Yo estoy en el punto de partida, preparada para lo que tenga que venir, y eso es bueno, sentirse preparada para todo da mucha confianza y seguridad y sobre todo, da tranquilidad.
Ha pasado mucha gente en mi vida, y por suerte sigue pasando. La gran mayoría se han ido sin apenas inmutarme. Otras personas – las menos- siguen a pie del cañón como el primer día (imposible olvidarme de Ángel guardián, siempre tan fiel a mí). Y otras se han ido dejando una huella demasiado grande como para pasarla por alto. Es ley de vida, supongo. Cada época tiene unas personas que en mayor o menor medida te guían por el camino que vas recorriendo, y cuando ese camino llega a un nuevo punto se van, aunque no quieras que lo hagan. Sólo me queda recordar indefinidamente esos recuerdos tan especiales que tengo hasta que tenga nuevos momentos –presentes- que pesen más que los viejos, y para eso sólo hay que esperar que el tiempo haga su trabajo.

 Llevo mucho recorrido, pero me queda mucho más aún por recorrer. A las personas que alguna vez me hayan leído y se hayan sentido identificados porque han vivido alguna situación que les ha evocado el mismo sentimiento que yo he plasmado en cada uno de mis textos a lo largo de estos tres años: gracias, me sentí mucho menos sola sabiendo que no era la única.
Y para las personas que estén pasando por una situación difícil y no vean el momento de que pase, no os preocupéis, porque no estáis solos. Hay mucha gente que se siente sola, impotente, traicionada, en todo el mundo. Y por mucho que suene a tópico: todo pasa. Puede tardar 1 mes, 6 meses, 1 año, 2 años, incluso 5, pero acaba pasando. La infelicidad tiene fecha de caducidad, sólo tenéis que tener algo de paciencia y sobre todo fuerza de voluntad, amor hacia vosotros mismos y un par de cojones, y se sale. Da igual que esa persona te haya dejado y que lo eches de menos, o que tu familia te haga la vida imposible, que en el instituto te hagan bullying o que seas la persona más incomprendida del mundo, porque vivir ese tipo de cosas hará que un futuro seas una persona fuerte y envidiable, con una claridad de ideas impresionante y con una sólida fortaleza, mientras que los que te joden ahora serán eso, simples personas con vidas tan poco interesantes que se fijan más en la tuya, o gente tan egoísta que será infeliz toda su vida porque no soporta ver brillar a la gente de su alrededor mientras no pueden hacer nada.
Todo pasa.
Después de este discurso presidencial, no está de más compartir con vosotros algunos deseos que tengo para 2012.

  • Ante todo, que la economía mejore y dé un poquito de ilusión a todo el país en general, nos lo merecemos. Además, la independencia es dura, y más cuando no tienes un duro!
  • Poder llevar mi carrera a otro nivel y que el rendimiento se vea mejor reflejado en los resultados, eso me haría tremendamente feliz.
  • Seguir con el buen rollo que tengo con mi clase. Con que se mantenga yo me conformo, porque hacía muchísimo tiempo que no me sentía tan a gusto con unas personas con las que comparto algo tan bonito como es nuestra futura profesión.
  • Poder olvidar a las personas que ya no están y que la gente cercana a mí que también sufre pueda seguir adelante.
  • Acabar mi primera novela seria.
  • Avanzar musicalmente y hacer así más seria la vocación que tengo con la música.
  • Seguir conociendo a mucha gente que me aporte cosas y con quien construir nuevos recuerdos.

Y sobre todo, y quizás el más personal:

  • Que aparezca mi hombre del cigarrillo, con quien mantener conversaciones nocturnas trascendentales, para quien me pinte las uñas, los labios y el alma de color rojo, con quien perderme por Barcelona los viernes por la noche en secreto y poder escapar de la rutina con un beso. El hombre que me esperará fuera de un bar de los años 20 fumando un cigarrillo enfundado en su abrigo negro con su mirada fija en mí, con la seguridad de quien va a salvar el mundo en un abrir y cerrar de ojos si quiere, y que me llevará al cielo si quiero porque él, mi hombre, lo tendrá todo bajo control, y yo podré respirar al fin.

Feliz año nuevo a todos.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Desire

Qué no daría por tenerte aquí ahora mismo. Que mi pantalla se iluminara cual luciérnaga nocturna avisándome de tu llegada en forma de prosa. Unas cuantas palabras bonitas para endulzarme el alma, y alguna que otra promesa de amor eterno, aunque acabe esta noche.
Lo daría todo por unas cuantas horas vagando de web en web mientras te espero, y aún daría más por tenerte en frente de mí. Ponle una mesa, un par de copas por medio y poco más. Ni te pido que te acerques, ni que me abraces, mucho menos que me beses. Tan solo te quiero delante de mí, mirándome como si el mundo acabara en mis dos pupilas.
Que tú has despertado lo que creía muerto y ahora estoy muriendo de descontrol, es imposible lidiar con tanto sentimiento contrariado junto. Si tan solo estuvieras aquí para sellarme los labios con una pizca de amor, una milésima pequeñísima de cariño, todo sería diferente.
Pero la realidad es que no estás y yo me paso el día soñándote. Te busco en mi vida y ni por asomo te encuentro, porque eres mi utopía íntima y no me queda más que soñarte, porque estás muy, muy lejos de mí, aunque yo esté tan, tan cerca.
Si por un segundo tocara tu mano y a través del tacto te transmitiera un poco de lo que siento te aseguro que este mundo se salvaría del hundimiento y nosotros seríamos eternamente felices.
Porque te deseo tanto que muero.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Red essence

Me pierdo en la noche siguiendo el rastro de sus labios rojos. Tenues destellos de luz en la más fría oscuridad me indican el camino que debo seguir para llegar hasta ella. No está lejos, pero es esquiva, no se deja llegar fácilmente, y yo me vuelvo loco buscándola en cada rincón de la ciudad encantada, pero a ella le encanta cada paso que doy en su nombre, porque forma parte de su juego. Yo soy sólo una pieza más que da sentido a su puzzle y cada noche prueba a encajarme de una manera diferente. Podría parar con su juego de niña mimada, pero sólo puedo pensar en sus uñas carmín. Necesito llegar a ellas, besarlas, acariciarlas en mi cara y no dejarlas ir.
En la esquina de la calle de abajo veo una sombra. Ha de ser ella, no puede ser ninguna otra. Me dirijo impaciente, desde fuera un alma más que vaga por la inmensidad de la oscuridad, pero para mí no está oscuro, pues tengo bien iluminado el camino que tengo que seguir para alcanzarla, no podría tener más certeza en una sola idea como la que me mueve a seguir el sonido de sus tacones rojos.
Veo un pequeño rastro de su pelo y me siento frenético. Necesito enredar mis dedos en él y oler su sabor, perderme en su cuello y embriagarme con el calor que desprende, morderlo y besarlo como si de él se desprendiera el maná que da vida y muerte a simples mortales como yo.
Como si un ser divino fuera,  me ha leído el pensamiento. Lo sé porque escucho su risa juguetona al otro lado de la calle. No puedo aguantar más, tengo que llegar a ella, así que echo a correr hasta llegar a la paralela.
Y ahí está, con una sonrisa triunfal. Claro, ella sabe tan bien como yo que es la única ganadora de este juego, pero también sabe que me da igual, pues lo único que quiero es que sea mía. Sus ojos cristal al mirarme rompen el hielo que habita en mi hastiada alma y lo derriten. Me deja sin mecanismos de defensa, vulnerable y a su merced, pero no importa, porque la deseo.
Me acerco a ella, está sencillamente preciosa. Lleva un vestido negro como la noche y unos zapatos rojos como el diablo, y su pelo lacio acaricia sus hombros y su espalda descubierta. Está poseída por la perfección y yo me dejo caer a sus pies..
- Casi lo has conseguido – me dice

De repente me enseña una llave, probablemente la de su corazón.
- Haré lo que quieras. Moriré por ti, si así puedo arder contigo.

Ella sonríe, pero ya no hay malicia. Ya no le preocupa mostrar que me quiere, porque lo cierto es que no puede dejar de mirarme, y si no fuera por la noche podría intuir una tímida lágrima dejándose morir por su sonrosada mejilla.
-   - No dejes que el fuego se apague nunca. Esta ciudad ha de arder para siempre con nosotros en ella. De lo contrario sabes que ambos moriremos. 

Y yo, sin poder evitarlo, me río como a quien le acaban de contar la anécdota más graciosa del día. Lo que me pide es demasiado sencillo, pues a alguien que ha nacido en el infierno no puede de ninguna manera hacer cenizas del fuego, y más cuando éste nace de la pasión carmín concebida por el mismísimo diablo hecho mujer.
-   - No temas, no hay agua suficiente en este mundo ni en ningún otro para apagar esta llama.

Y nos fundimos en el más rojo de los besos, y ella supo que la amaría para siempre.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Carta olvidada

Esta carta pertenece a un mail del 7 de junio de 2008, a mis 16. Lo escribí y al acabarlo decidí posponer su envío. Lo pospuse tanto que nunca llegué a enviarlo realmente.

Hoy, volviéndolo a leer, me ha parecido tan inocente y bonito, con el miedo propio de las inseguridades de una adolescente, con tanto sentimiento contenido... que he decidido publicarlo para que alguien, cuando lo lea, sienta lo mismo que yo.

Te escribo porque supongo que es la única forma en la que puedo decirte cosas que no te comprometan directamente en una conversación. Aunque tampoco voy a agobiarte con tonterías mías de cosas más que obvias. Sólo quería decirte que te echo de menos, como amigo. Sé que ya no me quieres como otra cosa así que intento adaptarme. Pero incluso como amigos estamos raros. También es verdad que no hemos tenido tiempo de hablar tampoco, pero me da miedo que llegue ese momento sinceramente. Nada... quería decirte que te aprecio mucho como persona, que todos los días pienso y deseo que te esté yendo todo bien, que puedas ser un poquito más feliz y que puedas estar más tranquilo ahora que ya no ando dándote la lata (aunque espero que sea algo temporal, me gustaría seguir dándotela por mucho tiempo, en el buen sentido de todo ya me entiendes), pero aún así espero que aún te apetezca que hablemos y nos contemos cosas, y pasemos buenos ratos. Vale, sí, los tres e-mails se repiten, soy consciente. Pero bueno, a mí no me gusta no hablar contigo, y así me alivio porque aunque no me digas nada sabré que lo has leído, aunque no sé si eso es bueno, espero no hacerte daño con el e-mail, sólo quiero que no te olvides de que sigo pensando en ti y que tengo muchas ganas de que te pongan internet para que hablemos, aunque no sea de esto, pero que hablemos, porque se te echa mucho de menos por aquí. Nos echo de menos mucho por aquí. Espero no serte indiferente, es mi mayor miedo y la verdad lo paso mal cuando te conectas y apenas decimos nada, o decimos cosas tontas.
Nada más, que ojalá te esté yendo todo bien y que de verdad me alegro muchísimo de que hayas sacado tu curso y puedas presentarte a selectividad, sabía que podrías con lo que te propusieras. Y también me alegro mucho de que por fin te vayas a sacar el carnet, seguro que te sentirás bien, imagino que da independencia. Yo bueno, no van muy bien las cosas por aquí, pero me mantengo ocupada cuanto puedo, y por suerte mi ángel guardián se ha preocupado mucho por mí, y hay bastante más gente que aunque sea para hablar, está, es lo único que me saca una sonrisa ahora mismo. Lo otro sigue ahí, "gestionándose", como dicen, pero no se dan cuenta de que así es peor, y me está doliendo mucho la situación. Pero es lo que hay. Cuando pienso en todo lo malo que está pasándome ahora mismo siempre te imagino diciéndome alguna tontería que seguro me haría reír, o el típico ñé, no te preocupes ya verás que todo saldrá bien. O un abrazo. Lo imagino y por una milésima, me siento bien.
Ana.