Eternidad

*Recuérdame como un día imaginaste que fui

domingo, 26 de abril de 2009

Mi ángel guardián

Esta es la historia de una chica problemática, peleada constantemente con la vida y sus circunstancias. La historia de mi propia convivencia con vacío e infelicidad 24/7. La historia de cortes emocionales por todo el cuerpo, y de naufragios en corazones sin nombre. Pero esta también es la historia de un ángel guardián, un ángel que me sigue a dondequiera que vaya. Un ángel que me ha visto crecer, y a la cual he visto crecer, y que ha permanecido a mi lado incondicionalmente siempre. Un ángel que abre sus alas para protegerme cada vez que me hace falta, y que con su dulce melodía aferra mi alma decadente a lo poco que me atrae de este mundo.

Es un ángel, una luz dentro de mi profunda y opaca oscuridad. Alguien que duerme conmigo las noches en las que voy a morir, que me acoge en su casa las mañanas en las que despierto llorando y no puedo siquiera levantarme pues caigo a un vacío peor que mis mareos y mis noches sin dormir. Alguien que me obliga a desayunar, y que mientras lo hago, lloro y me abraza, todo simultáneamente. Alguien que tiene que estudiar porque mañana tiene un examen y me deja estar a su lado mientras estudia, a la vez que me habla y me habla porque sabe que tiendo a irme lejos de mi cuerpo físico para machacarme con las desgracias que desangran mi corazón. Mi ángel guardián es alguien que me invita a comer a su casa, y me sigue hablando, todo el rato. Y si no lo hace, está. Está muy presente, a mi lado, cerca, haciéndome oír su respiración, para hacerme muy consciente de que hay Alguien a mi lado compartiendo las moléculas de oxígeno, recargándolas de algo que apacigua el inmenso vacío.
Mi ángel guardián es alguien que me hace sentir mejor a 500 km de distancia con una simple llamada telefónica, alguien que entienda o no mis difíciles caídas me levanta, me levanta y no sé cómo, me mantiene en pie. Alguien que me da tranquilidad cuando me quedo sin voz y todo se me echa encima, que me invita a helados cuando en casa todo son caras largas, o que consigue que apague el ordenador para evadirme de las tristes realidades y me saca de mi zulo particular, me lleva con sus amigos – no ángeles, pero buenos – y parece que me río. Sí, llego a sonreír.
Mi ángel es alguien que me tiene como prioridad máxima y absoluta en su vida, y es algo que puedo asegurar, y que me creo al 100%, porque donde no ha habido palabras, ha habido hechos, y qué tranquila se siente una pequeña persona como yo cuando le dan hechos para recordar cuando las fuerzas flaquean.
Mi ángel guardián vela por mí, y sé que por hoy ya no habrá más lágrimas, pues ella me las ha quitado con un vaso de leche con cereales de chocolate, y el abrazo-tequiero más genial del mundo, a las 11 de la mañana, cuando el resto del mundo duerme, mientras ella me cubre con sus alas.

Gracias, ángel guardián.

lunes, 20 de abril de 2009

Mi vida sin mí

Caminaba y no sabía por qué pero me sentía extraña. Me miraba en espejos, me tocaba, pero todo estaba igual que siempre. Sin embargo, era como si estuviera lejos de todo, y eso me inquietaba.
Mi vida era bastante compleja, pero había algunas cosas que valían realmente la pena en ella. Una de ellas era mi mejor amiga. Oh, qué afortunada había sido al encontrarla en mi camino. No había persona más bondadosa que ella, y era la única que incondicionalmente me había apoyado en todo. Un año viviendo con su ausencia me hacen escribir estas palabras con más fuerza. La vida no sería lo mismo sin ella. Tenía muchos conocidos, y personas alrededor de las cuales se desarrollaban mis extrañas circunstancias, pero amigos, lo que se dice amigos, había pocos. Había más por mi parte que por la de ellos, en realidad. Quizás aquellos a los que yo consideraba amigos no tenían la misma consideración para mí.
Dicen que los buenos amigos no abundan, y yo lo corroboro. También corroboro que cuando una tiene la suerte de encontrar a alguien bueno, sus manos se convierten en la subasta de toda la gente envidiosa. Bien, así me encontraba yo, ya desde pequeñita, todo el mundo queriendo quitarme a mi mejor amiga. Hubo un momento en que creyeron haberlo conseguido, pero me enorgullece decir que ella me supo querer a pesar de mi poco convincente justificación de existencia en este mundo, y vino a mí. No fue el único intento de robo, claro. Tuve otra bonita circunstancia en mi vida. Era tan bonita que resultaba hasta una amenaza para mi propia persona. Fueron épocas de sonrisas y tranquilidad. Pero no hay una sonrisa sin detrás una lágrima, y había gente llorando a causa de mis sonrisas. Una pena, pues no me apenaré nunca de la felicidad de nadie, sería una mala persona, ¿no creen? Yo no creo serlo. Ciertas personas ideaban un plan, un plan muy sencillo: retirarme el campo de batalla. Tristemente, a veces ganaban combates, pero yo seguía ganando la guerra, y ellos lloraban y lloraban, y me odiaban. Su segunda técnica se basó en el lema de: “si no puedes con tu enemigo, alíate a él”. Yo no era tonta, claro, pero en cierto modo me convenía. Al menos todo estaría en paz. Pero obviamente no era así.
Llegó un punto en que decidí cortar por lo sano y olvidarme de esas personas… con intereses antagónicos, digámosle. Llegó un punto que, desgraciadamente, mi bonita circunstancia me falló. Me falló horriblemente, y dejó una herida enorme, que lloraba a cada momento. Como ya se imaginan, mis enemigos vitorearon de felicidad, reían mis lágrimas, y se chocaban las manos entre camaradas por la gran retirada de la Malvada circunstancia de la bonita circunstancia. Pero no pensé jamás que llegaría a tal punto. Y es aquí cuando prosigo mi historia.
Como decía, todo era raro en ese día. Caminaba por mi amante y ella me acariciaba con la brisa de otoño que la hacía incluso más bonita que el resto del año. Esa ciudad me resucitaba.
Me sentía invisible. Como cada día, observaba a todos los que pasaban a mi alrededor, pero nadie parecía fijarse en mí. Llegué a mi cita semanal con mi grupo de amigos. Allí estaban, en aquel banco como cada viernes. Pero ya se iban. Un momento, ¿qué pasaba conmigo? ¿Se habían olvidado de mí? ¿Y quién es…? Claro, en ese momento lo entendí todo. No faltaba nadie, ya estaban todos. La guerra no había acabado cuando yo creí, por supuesto que no. Se trataba de mucho más que de retirarme del juego. Se trataba de suplantarme. Me habían suplantado. Sentí náuseas e impulsos asesinos, pero nadie era capaz de verme. Ni siquiera esa bonita circunstancia, que un día creí ver en ella la capacidad de verme más que nadie en este mundo.
Qué triste es la vida, con la existencia de personas que realmente pisan tus desgracias para alzarse entre los demás. Qué triste yo, que tengo que aguantar una suplantación tan vomitiva, y qué triste la circunstancia, que es incapaz de ver el engaño. Que esos no son mis ojos. Que ese no es mi cariño. Que deseo mucho más para ella.

domingo, 19 de abril de 2009

El reino de los cielos/infiernos

Mis ojos se abrieron lentamente, cegados por la luz del sol. Me hallaba tirada en la cama de la habitación de una de mis amigas, rodeada por decenas de pares de ojos observándome atentamente, como si yo fuera la atracción, como si esperaran algo de mí.


- ¿Cómo te encuentras? – dijo alguien compasivamente.

Y de pronto volvió esa sensación. Esa opresión del pecho y ese nudo en la garganta que no me dejaban articular palabra alguna. Las lágrimas empezaban a brotar pasionalmente y yo deseaba morir. Otra vez ese sentimiento de pérdida, de haber perdido a alguien muy importante, alguien que quizás nunca me había pertenecido. Mi corazón se aceleraba y volvía a sufrir crisis nerviosas. Así pasaron semanas, rodeada de amigos, médicos y familiares. Todos intentaban conversar conmigo pero yo no escuchaba nada. Yo no estaba allí, había dejado de estar hacía mucho tiempo. Era como haber muerto pero estando enganchada al cuerpo, el cual pretendía sobrevivir tristemente. En un principio creí hallar en las pastillas la solución a mis problemas, por lo que pasaba el día drogada perdida hasta que me pusieron vigilancia, y fue aún peor, porque Insomnio me violaba cada noche y me dejaba su sucio olor por todo el cuerpo. Pasaban horas y horas, y cuando ya me había deshidratado lo suficiente, le recordaba.

Algunos días encontraba las fuerzas para hablar, y mis “cuidadores” creían que estaba progresando, pero se desilusionaban al oírme decir:

- ¿Dónde está?

- ¿Quién, querida?

Por supuesto que sabían de quién hablaba, pero con tal de alargar el calvario, lo que fuera.

- Sabes de quién hablo.

- … Él ya no está.

- Por qué.

- No lo sé, cielo, pero eso no importa ahora, lo primordial es que…

- Sí que importa, joder, ¡es lo único que importa! Quiero saber por qué se ha ido, por qué me ha dejado sola, por qué me ha obligado a depender así de él para dejarme muerta con su partida.

- Él no te merece, no merece que estés así por él.

- Claro que no.

- Entonces, ¿vas a esforzarte por estar bien a partir de ahora?

- No.

Y así prosiguieron mis días. Insomnio me follaba cada noche y ya ni me importaba. Comencé a fumar y a escribir. A veces bebía, no porque me gustara, sino con el pensamiento de que al vomitar, expulsaría todo el venemo que llevaba dentro y que era mucho más nocivo que el alcohol. Fumaba, follaba y escribía. Por supuesto, nadie me leía, pero eso daba igual, pues escribir era igual o mejor que vomitar. Escribía para mí, a veces para él, pero es lo de menos.

Una noche de verano, después de acabar con la botella de Vodka, me apeteció bailar. Oh, qué sensación tan genial sentí. Quería bailar, quería dejarme llevar por el viento, así que bajé a la vía del tren a esperar a mi acompañante. Fue la muerte más dulce jamás vivida.
Y bueno, no sé si ahora estoy en el cielo o en el infierno, pero me he comprado una máquina de escribir y me dedico a hacer chistes malos sobre ese infierno de ahí abajo llamado Tierra. En fin, hasta después de muerto hay que vivir de algo. Desde aquí le miro, le observo... en mi pensamiento, claro. Arriesgarme a sufrir es algo que no quiero tentar, no aquí, en el reino de los cielos/infiernos II.

viernes, 17 de abril de 2009

Bipolaridad

- La he visto rondando por tu barrio. Estabas con ella.

- Sí.

- ¿Pero es que tú nunca aprendes? Estabas genial y tienes que volver a dejarte engatusar por las malas artes de esa malvada.

- Esa malvada es mi mejor amiga.

- No, no es tu mejor amiga, ella no ha estado cuando más lo has necesitado.

- Te equivocas. Cuando más lo he necesitado sólo ha estado ella. Que lo haya sabido apreciar o no es otra historia.

- ¿Pero no ves que te va a volver a hacer daño?

- He sido yo quien le ha hecho mucho daño, y aún tiene la bondad de sonreírme cuando me ve.

- Se lo merece por todo lo que te ha hecho pasar.

- Tú y yo no nos podemos hacer a la idea de todo lo que ha pasado ella, y sola.

- Así es como tiene que ser, tiene que estar sola, no te merece, no te hará ningún bien.

- ¿Sabes? Ella jamás me ha dicho, no vayas con ésa, o con ésta.

- Tan sólo soy una amiga que se preocupa por la felicidad de su mejor amigo.

- Te equivocas: tan sólo eres una persona preocupada por tu propia supervivencia.




Ojalá las palabras brotaran tan fácilmente.

domingo, 12 de abril de 2009

Mono

Normalmente, cuando las personas llegan a casa después de una fiesta, suelen limpiarse la cara, potar, volvérsela a limpiar, ponerse el pijamita y a la cama. Yo cojo el portátil y me pongo a escribir, incongruencias, por supuesto, pero a veces les encuentro más sentido que a las ideas preestablecidas y aparentemente lógicas. Me gustaría tener sueño y no pensar en nada, pero mi mente es un hervidero de preguntas y respuestas, de ideas inconexas y miedos, y aunque el éxtasis de la música y la adrenalina por mi cuerpo adormezcan esta fábrica de pensamientos, cuando abro la puerta de mi “hogar” reaparecen con más fuerza, como vengándose por haberlos dejado de lado durante unas horas. Digamos, pues, que es una forma de llamarle inspiración. De repente un montón de ideas empiezan a tomar forma y a querer ser plasmadas, a querer ser chilladas. La sangre empieza a bullir palabras y mi cuerpo sufre si no las saco. Necesito decirle al mundo cuánto me pesa estar aquí, por el dolor que conlleva el mono. Me siento como una jodida ex drogadicta, meses sin probar la coca y en cuanto la huelo… ¡ZAS! Vuelvo a caer. Se ve muy fácil el simple acto de “holar”, pero es una batalla constante entre mi racionalidad y mi codependencia asesina, porque es muy fácil depender, pero muy difícil aprender a ser independiente, y menos cuando esa independencia es obligatoria y necesaria para tu propia supervivencia. ¿Qué hacer, pues, cuando la coca roza tu piel, se cuela hasta el fondo de tu ser y te anula la razón? ¿De verdad se aprende del todo a no depender de nada/nadie, o simplemente es un estado de autoengaño para creerte el “keep walking”? Pienso en el tan desgastado personaje Edward, haciendo esfuerzos sobrehumanos – nunca mejor dicho – para no matar a su querida Bella, pues por una parte siente una fuerza superior para beber su sangre, pero por otro lado la ama. ¿Dónde está el punto medio? Pienso en lo difícil que es olvidar situaciones que eran estables para empezar otras nuevas, y que aun consiguiéndolo, qué fácil es pasar de todo lo aprendido y volver al punto inicial. Y yo con este jodido mono.

jueves, 9 de abril de 2009

I Conversación entre Anaís y Srta. Nostalgia

Imposible. Tanto como pensar en indiferencia y sonreír. Anaís nunca ha estado hecha para esta realidad de disfraces y dolor. Anaís, Anaís, Anaís, Anaís.


- ¿Quieres parar ya de sufrir?

- Tengo que salir de aquí, por favor, no puedo quedarme más tiempo.

- ¿Pero qué te ocurre?

- No lo sé, pero si sigo aquí voy a morir, se lo prometo.

- No me convences para nada.

- Claro, yo nunca convenzo a nadie, yo siempre vuelvo loca a la gente, yo soy la chica que todos quieren tirar a patadas de sus vidas. Desde que salí de Norealidad es como si tuviera menos oxígeno para respirar. Hubo momentos en los que me sentí rebelde, con ganas de comerme Realidad, me encantaba, me sentía orgullosa de mí misma, me decía: oh, Anaís, qué real eres, qué genialidad más grande tiene este mundo gracias a ti, qué buena eres, qué salvadora de almas te sientes, oh, sí, Anaís, eres la mejor. Pero no duró mucho, Srta. Nostalgia, y empecé a sentirme realmente mediocre. Y con eso sí que no puedo vivir. Oh, no, claro que no. ¿Mediocre? Yo no nací para ser mediocre, yo necesito ser importante. No pienso quedarme en Realidad viendo como la gente, toda idiota (de la cual me gustaría poder realmente pasar) ignora mi existencia, yo, que soy la protagonista de un mundo entero. Me tengo que ir de aquí, Srta. Nostalgia.

- Anaís, ¿pero no ves que yo te creé, que eres una invención de mi mente, que no existes en realidad?

- Eso es lo que al principio usted pensaba, pero sabe tanto como yo que tengo de invención lo que de mediocre.

- … Está bien, Anaís, pero yo no puedo devolverte a Norealidad.

- Y entonces, ¿qué hago?

- Has de encontrar una historia, una novela a la que le falte un personaje, y has de introducirte en ella como sea. Los medios, los dejo a tu decisión.

- Pero…

- Cuídate, Anaís.




No puedo. Realmente no puedo.

domingo, 5 de abril de 2009

Lluvia

Chapoteo en mis lágrimas, haciendo un recorrido rectilíneo según yo, circular según el resto. Soy el centro de atención de todos mis pensamientos, me miran atentos y expectantes, y yo sólo siento mareo. Se burlan de mí, experimentan conmigo y me hundo en el hastío. Me hundo en la oscuridad y me doy un golpe seco, que desafortunadamente no me mata, sino que me aturde aún más. Veo dientes a mi alrededor, bocas riéndose descaradamente de mí, de mi vida, de toda esta obra de teatro tan mal gestionada. Subo escaleras de vacío, y caigo una y otra vez. Pero no aprendo. Por supuesto que no. Y lo peor es que no pasa el tiempo, no viene a recogerme a las 9, y yo me quedo sentada en las escaleras del portal, con los tacones en las manos, el maquillaje corrido y las sonrisas tocando suelo. Soy estudiante de teoría, pero la práctica la llevo fatal, y me voy a estampar, lo voy a hacer, lo sé. ¿Por qué no existen donadores de ilusión, tranquilidad y risas? En este mes de lluvia, me sumo a ella, y lloro. Sólo lloro.