Eternidad

*Recuérdame como un día imaginaste que fui

domingo, 20 de julio de 2008

Eternidad

Si la vida se reduce a todo aquello que nos importa, ¿dónde quedan todas esas cosas que aún quedan por descubrir? El mundo es tan grande, caben millones y millones de historias diferentes para contar. ¿Cómo podemos conformarnos con estar como estamos, entonces? Si tenemos toda una vida para vivir momentos especiales, conocer a gente que nos deje sin aliento, que tengamos mil desengaños, que consigamos aquello que un día nos propusimos y que nos ha costado esfuerzo. Que un día alguien te mire a los ojos y te diga que haces que su vida sea más bonita, y ya no hagan falta más palabras, dejar llevar el guión a los sentimientos. Que un día despiertes, y te des cuenta de que lo que has soñado no era un sueño, era la realidad. Que pasen meses sin ver a una persona, y que cuando la veas, no haya pasado el tiempo. Que vayas a un sitio nuevo, conozcas muchas personas, y te enriquezcas tú mismo. Hay tantas cosas que nos quedan todavía por vivir… que no podemos reducirlo todo al Hoy. Porque si no crees que mañana puedes encontrar algo mejor que lo que tienes hoy, empezaste y acabaste en el mismo momento. Y si crees que tu hoy va a ser el mismo toda la vida, te equivocas. Porque a veces las épocas asquerosas parecen eternas, pero hasta la eternidad tiene un límite, y creedme que se cansa. Deja de llover y brilla el sol.

viernes, 18 de julio de 2008

Algo de ego pour moi

Me apetece contar algo sobre mí. Quizás algún día, cuando haga algo que tenga sentido para el mundo, y signifique algo para alguien, le interese saber qué soy.

Soy un algo que se resiste a ser nada y lucha por ser más.
La conformidad no forma parte de mi vocabulario. Ni de mi forma de vida.

Concibo la vida como un camino que está pedregoso, el cual debes mejorar con tus esfuerzos. No creo en la suerte. Vivimos entre circunstancias que nos conducen por unas sendas u otras. Pienso que la suerte es una forma de justificación ante las imposibilidades que se crea una persona.

Una de mis mayores virtudes y a la vez defectos es la pasión. Voy a todas con todo. Puede llegar a ser un problema, porque como alguien cantó una vez: o me echas fuego o me extingo. Y puedo resumirme en ello. Sin embargo, y no sé si afortunada o desgraciadamente, quien
consigue entrar en mi corazón, nunca saldrá de él. Ambas cosas son tremendamente difíciles.

Apoyo los detalles, las pequeñas cosas. Es de las cosas que más me hace querer a una persona. Odio las falsas promesas, los teprometo que nunca se prometen ni a sí mismos, y amo los hechos. Si ahora mismo tuviera que escribir algo “bonito” sobre esto, diría:

“Dame el te quiero de tus besos, envuélveme con el calor de tus teechodemenos. Déjate de palabras que nunca escucharé. Que no quiero soñarte, quiero tenerte.”

Voy por la vida acompañada de notas musicales. A mi alrededor no falta nunca música, porque me muevo con ella y forma parte de mí, al igual que el ritmo, porque música deriva en él, y yo necesito ritmo constante, es mi carburante. Ya se habrá supuesto que me encanta escribir. Sí. Porque si no escribo me ahogo. Gracias a eso puedo evadirme e inventar historias de esos deseos reprimidos que todos tenemos. Y si hay alguien que se sienta bien leyendo las chapuzas que hago, aún mejor. Y por último, como pasión, me fascina el cerebro y todo de lo que se compone. Mi sueño es poder investigarlo y ayudar así a la ciencia. Por supuesto me muero por tratar a gente y ver cómo puedo influir en ellos. Para ello quiero estudiar medicina.

Aunque soy muy exagerada para todo, y a veces resulto bastante totalitaria, me considero profundamente de izquierdas, e intento tolerar a los que no piensan igual. Pienso que cada persona es libre de pensar y actuar como quiera, si con ello no perjudica a nadie más, y que se debe respetar por muy diferente a ti que sea.
Afortunadamente, y después de mucho tiempo, muchísimo, tengo suerte de tener unos amigos muy buenos. Pocos, pero buenos. Tengo un grupo envidiable. Una mejor amiga inmejorable. Y también algunos amigos sueltos por el mundo entero que valen la pena. Esto es bueno para mí, ya que desgraciadamente para ser feliz necesito tener gente a mi alrededor. Soy adicta al cariño.

Bueno, también tengo mi parte superficial. Soy adicta a las compras, y no tengo concepto de ahorrar. Espero ganar el suficiente dinero para satisfacer mis caprichos. Para ello curraré mucho, seguro.

Y no mucho más. A veces me castigo demasiado por mis defectos. Me gustaría ser más perfecta, pero bueno, sólo tengo 16 años, tengo una vida entera para conseguirlo.

Bueno, hasta aquí mi dosis de egocentrismo. Hay veces que llego a un límite y debo satisfacerme. Quizá los poquísimos que leáis lo que escribo podáis entender mis historias un poco mejor.

Un beso




Abrí la puerta y me encontré con un mundo muy diferente al que yo había vivido siempre.

- Has estado soñando – dijo una voz

Con la mirada decaída, miré ese mundo otra vez, y cerré la puerta un día más.

- Hoy me quedaré durmiendo.

jueves, 17 de julio de 2008

Ella

Hoy me di cuenta de los motivos por los que mi archienemiga actúa así. Y la entendí. Digamos que soy la cómplice de su crimen.
¿Cómo reaccionáis al sentir vacío? Ella, da cariño de forma proporcional. Es una forma de cubrir ese vacío. Supongo que tiene la esperanza de que se le devuelva, pero a fin de cuentas sólo hace el ridículo.
Un día le apetecía ver su nombre reflejado en el cristal. Entonces, ella lo escribía encima. Otro día, le apetecía un te quiero con miel. Ella se lo preparaba a él. Y así, un día, de tanto dar cariño cada vez que le hacía falta, se dio cuenta de que ya no le quedaba, y ahora volvía a estar vacía, de él y de sí misma. ¿Qué podía hacer mi pobre enemiga? Temía que si dejaba de hacerlo tuviera que enfrentarse a un vacío todavía peor, la realidad. Dudaba poder recibir cariño de ese manantial. Porque de él sólo podía beber el águila nada más. Volaba y volaba. A veces bajaba a tierra, pero en seguida ponía rumbo, y desde luego se iba a lugares a los que jamás dejaría que ella le acompañara. Demasiado libertad contra demasiada dependencia.
De esta forma Ella, que no podía quedarse así, creó un personaje sacado de sus sueños, le dio vida en historias, y suplió el vacío que sentía, ahora sintiéndose feliz. Pero… ahora hay otro problema. Ella jamás volvió a nuestro mundo. Se convirtió en otro personaje creado por ella misma a la imagen que quiso, y se quedó en su realidad perfecta. Y ahora sólo sé de ella cada vez que la identifico en cualquier historia que escribo.

martes, 15 de julio de 2008

Gran sauce

Pasabas los días bajo el ramaje del sauce. Lo admirabas, con su sólido tronco, tan firme e indestructible. Sobre ellas yacías durante horas, días, meses… Allí se estaba tan a gusto. Cuando te encontrabas con otros árboles presumías del sauce como el mejor de los mejores, y que nadie se atreviera a discutirlo. Tan pequeña e imperfecta tú, tan grande y perfecto el sauce. Con él aprendías en naturaleza, las más sabias lecciones aprendidas las viste subida, entre sus ramas. Pero un día empiezas a hacerte mayor, y descubres que tu árbol preferido, tan perfecto, no lo es tanto. Ves que cuando llueve, recoge más gotas de agua para él sin dejar apenas ninguna para los demás. Que ya no cuida la rama en que te subías siempre, y está resquebrajándose. Que te quiere con locura sí, pero desde luego tú has crecido y ya no es lo que era. Te has hecho más grande que él. Y ahora lo miras, y está seco, sin hojas, y la rama en la que solías pasar tan buenos ratos, se rompió. No puedes abandonarlo pero no tienes otro remedio, jamás volverás a poder mirarlo a la cara sin pensar que un día con sus hojas te protegía y te daba calor, y que ahora tuviste que plantar tu propio árbol, para poder sobrevivir, porque el sauce ya está demasiado sucio y débil.


Eso de que ellos nunca te decepcionan, es mentira, desgraciadamente. ¿Dónde está la excepción, joder?

domingo, 13 de julio de 2008

Miradas

Me estás mirando. Puedo notar que intentas no hacerlo, pero me deseas. Observas cada uno de mis movimientos, y sé que con un fugaz cruce de ojos, te pongo nervioso. El resto de personas se vuelven invisibles, ya no están. Sólo tú, y yo. Me levanto, hago como que no te he visto seguirme, y espero. Espero un largo rato, te cuesta dejarte. Salgo al lugar donde muy a tu pesar, me estás esperando. Me acerco. Te miro, y con esa mirada, ya te lo he dicho todo. Así que ahora siénteme. Acaríciame, que necesito sentir tus dedos sobre mi piel. Estreméceme como cuando me susurrabas al oído los secretos más profundos. Déjame ser tuya por una noche y no pienses en deberes y posturas. Tan sólo quiéreme, como lo has hecho siempre, y no pongas precio ni límites a tus besos. Que esta noche sólo estamos tú y yo, y mañana queda muy, muy lejos.

domingo, 6 de julio de 2008

Ríndete final

Se dieron dos besos. Fueron caminando a la salida cuando de repente sonó un disparo. La estación se inmovilizó. Los terroristas la habían tomado. Richard y Ashley se tiraron al suelo del pie de la salida. Cogieron a Ashley de rehén. Cuando entraron más terroristas, al ser obstáculo Richard le pegaron un tiro, y Ashley al ponerse a gritar, le dieron otro.


Fin.

sábado, 5 de julio de 2008

Ríndete II

Cuando me di cuenta, ya llevaba dos semanas fuera de la vida con la que tanto había soñado. Adiós a mis estudios, adiós a mis amigos, pero sobretodo, adiós a él. Aún seguía sin comprender cuál había sido el motivo de su arrebato. Yo sabía que lo tenía muy desatendido, y pensaba compensarle en acabar las clases. Siempre que me concentro en alguna cosa, suelo dejar de lado las demás, y yo notaba como él estaba quemado, pero no decía nada. Bueno, en una semana todo habrá pasado – solía decirme a mí misma. Pero no dio tiempo.

Aquella noche terminaba más tarde las clases debido a una práctica. Por la noche había quedado con Richard para cenar, así que él vendría a por mí. Cuando bajaba por las escaleras me encontré con mi amigo medio francés medio inglés, Carter. Era de 1º año, y andaba un poco perdido por el idioma. Le conocí de casualidad en uno de esos momentos en los que te entra la vena humanitaria, un día a principios de curso que lo vi intentando comunicarse pero nadie le entendía. Nunca fui muy buena en los idiomas, pero el francés lo aprendí de pequeña cuando íbamos a visitar a mi tía de Toulouse. No era una experta, pero me defendía. Desde entonces prácticamente no se había despegado de mí, cosa que entendía, y nos hicimos amigos. Claro que ya desde un principio supe que a Richard le molestaría. No es que fuera celoso, pero Carter junto con mi carrera quitaban parte del tiempo que podía pasar con él, y le empezó a tomar rabia. Estaba convencido de que a Carter le gustaba, y motivos no le faltaban. Pero él no creía que yo sintiera nada por él, simplemente siempre ha sido de pensar que si hay alguien de por medio encontraré algo que le haga mejor que él y le abandone. Es cierto que Carter se me había declarado un par de veces a lo largo del curso, y que a veces intentaba imitar a Richard para conseguir mi atención, pero yo siempre le dejé claros mis sentimientos. Si había llegado hasta donde estaba era porque realmente quería a Richard, y lo tenía muy claro. Pero él no. Esa noche que bajaba por las escaleras de la universidad, Carter apareció llorando, y me dijo que no había conseguido pasar de curso, y que probablemente se tuviera que volver a su país porque sus padres no podían financiar otro año más. Estaba muy triste, así que lo abracé. Un buen rato. Se ofreció a acompañarme a casa pero yo le dije que estaba esperando a Richard, y se fue. Pasaron horas hasta que me fui a casa. No hacía frío, pero yo me encontraba helada. Richard no apareció, y no contestó a ninguna de las llamadas que le di. Cuando llegué a ese piso pequeño y cutre en el que vivía provisionalmente, me dispuse a ir a casa de Richard, pero al tumbarme a la cama un momentito, el cansancio, junto con el dolor de cabeza y las lágrimas, me dejaron en coma.

A la mañana siguiente cogí un taxi y paré en el portal donde tantas veces me había despedido, para finalmente haberlo pisado pocas horas después en la mañana. Me bajé decidida, pero al llegar al rellano, empecé a temblar y las primeras lágrimas del día asomaron. ¿Y si esto es el fin? – pensé aterrorizada. La puerta principal estaba abierta, así que me planté cara a cara con su puerta. Toqué el timbre, y al minuto o así salió el que había sido mi novio durante 5 años, intermitentemente. Despeinado y recién sacado del sueño, me miró serio como si de repente se hubiera dado cuenta del problema.

- ¿Qué ha pasado? – dije llorosa.

Él, callado, miro serio al suelo. Ni siquiera podía mirarme a los ojos. No pude evitarlo y corrí a abrazarle. Ni se inmutó. ¿Qué estaría pasando por su mente para tratarme con tanta frialdad?

- Pero, ¿qué te he hecho?

- Lo mejor será que lo dejemos, Ashley. Tienes que estar concentrada en tus estudios y es mejor que sea sin mí – mintió Richard.

- Pero… - dije sin entender nada

- De verdad, lo mejor será que te vayas

Y una vez hubo hablado se fue hacia el interior de su casa y me dejó plantada ahí mismo. Me fui por el mismo camino que había recorrido tantas otras veces, sin ser consciente de nada. Ni siquiera estaba pensando. Fui a ese piso cutre, empecé a recoger mis cosas, y en poco menos de una semana, me fui a mi ciudad. Ya pensaría qué hacer con mis estudios. Por el momento necesitaba estar lejos de todo. No avisé a nadie, ni a Carter, ni a Richard. A nadie.
Un par de semanas después, sin noticias de Richard, le echaba enormemente de menos. No le conté a nadie lo que había pasado. No podía afrontarlo. Le enviaba mails que sabía que no contestaría, porque había algo que no le dejaba. ¿Qué ha pasado? – me preguntaba constantemente. En ellos le decía que le quería, que le echaba de menos, que me encantaría verle y que habláramos… Nunca mentí.

Todo cambió cuando un día, tirada en el sofá pasando un calor insoportable, recibí una llamada.

- ¿Sí? – dije esperanzada.

- Ashley, c’est Carter (La conversación se supone que es toda en francés, pero para que lo entendáis lo escribo en castellano)

- Hola… ¿Cómo estás?

- Sorprendido. ¿Por qué regresaste?

- Pasaron muchas cosas y me tuve que volver.

- Y tanto, tu novio se ha vuelto loco.

- ¿Cómo dices?

- El otro día lo encontré por los alrededores de la universidad y por un momento pensé que me pegaría.

- ¿Qué pasó?

- No sé muy bien qué ha pasado, pero me dijo que ahora tenía vía libre para lo que quisiera contigo, que ya no estabais juntos.

- ¿?

- Me dijo que nos había visto abrazándonos esa noche que te conté lo que me había pasado.

- Joder…

- Tu novio me tenía ganas.

- Carter, tengo que irme, te llamaré en cuanto pueda. Cuídate.

- Au revoir, chèrie.

Me quedé en shock. Por eso no fue a por mí. Nos vio, y al llevar todo el año pensando que había algo entre los dos supongo que fue la prueba que necesitaba, y le dolería. Me sentí fatal, cabreada, triste, y a la vez esperanzada. Esto no hubiera pasado si le hubiera prestado más atención – me dije arrepentida. Tenía que llamarle cuanto antes. Quizá no me cogiera el teléfono, o quizá sí. Tuve suerte.

- ¿Dígame?

- Richard, qué bueno oír tu voz. ¿Cómo estás? Soy Ash..

- … Hola, vaya, qué sorpresa. Estoy genial, ¿y tú?

- Bueno, quería hablar contigo de algo importante. Hasta hace poco no sabía por qué habías actuado así, pero hace unos minutos me he enterado de todo, y quería explicarte lo que pasó.

- No te preocupes, Carter me lo dijo todo.

- Pues qué bien, porque yo no he querido nunca a ese chico, sólo a ti Rich. Debí demostrártelo de otra forma, lo siento.

- Lo siento yo, Ashley, pero ya es demasiado tarde… Tú no tenías tiempo para mí y la cosa se enfrió. Ya no vale de nada intentar.

Tuve que resignarme a sus deseos. Sabía que cuando se enteró de su confusión se debió sentir horrible, pero tenía demasiado orgullo como para reconocerlo, y sé que en ese momento más que en ningún otro lo tendría lo más distante posible. Son sus medidas de seguridad hacia él mismo. Lo hace y con eso se siente a salvo de que puedas descubrir cualquier sentimiento que le haga vulnerable.

El caso es que poco a poco me iba llamando, y yo a él, más que nada para no perder el contacto, aunque yo sabía que era su manera de decir “lo siento, no quiero perderte”, y con eso me conformaba, aunque siguiera llorando cada noche por estar tan lejos. Estuvimos así como medio año. Yo trasladé mi expediente a la universidad de mi ciudad y reanudé mis estudios. Hablábamos frecuentemente, como aquellos tiempos cuando sólo éramos unos adolescentes con tantos sueños queriéndose cumplir, y nos pasábamos el día hablando. Un día. En uno de los tantos arrebatos que forman mi persona, me apeteció mucho verle. Y se lo dije sin más, sin rodeos.

- Me gustaría verte, Rich.

- No sé si sería una buena idea…

- Ni yo, pero prefiero arriesgarme. Por favor, seré buena.

Sabía que él no me diría que no, aunque nunca llegué a saber si de verdad quería verme o simplemente se vio en el compromiso. Yo quería pensar que sí tenía ganas. Lo que sí le puso en un compromiso fue el pedirle dormir en su misma casa. Intenté por todos los medios quedarme en casa de alguien, pero volvían a ser vacaciones y no quedaba nadie de los míos por esos lares. Sólo él. No sabía qué haría cuando le viera, pero no quería ni planteármelo. Sólo verle sonreír, y ya podría volverme.

El viaje en tren se me hizo eterno. Sin embargo, cuando quedaba apenas media hora, me entró el pánico, como siempre. ¿Qué hago yo aquí? – me decía – Me estoy metiendo en la boca del lobo, como siempre. Ojalá todo salga bien…

Bajé del tren que servía de conexión entre su vida y la mía, y me mezclé entre la gente. Como no, antes de que él se hubiera dado cuenta siquiera de mi existencia, yo ya lo había visto. Con sus típicos aires pasotas, pero nervioso. Miraba a la gente haciendo que no miraba a nadie. Y entonces me vio. Por un instante me pareció verle sonreír, pero eso era adelantar acontecimientos. Me acerqué, y tímidamente, como siempre solía ser, le saludé.


- Hola, Rick.



Tengo intenciones de continuar unas paginillas más esta historieta. Tengo que decir que he rectificado algunas cosas con respecto al primer “capítulo”. En él dice que era verano cuando se veían, pero realmente son vacaciones estándar, no es ninguna época concreta del año. Eso os lo dejo a vosotros. Y bueno, también en este capítulo habréis visto que es lo mismo pero desde la visión de la chica, la cual ha sido la narradora propia, no como en el otro que Richard era un personaje más. Bueno, pues ya iré publicando cosillas. Gracias por leer a los pocos que lo hacéis, y muchas más gracias por comentar. Por cierto, los que lo hagáis, si no os importa, dejadme un link o algo para poder devolveros el comment, que si no me sabe mal. Un beso =)

viernes, 4 de julio de 2008

Buenas noches, Insomnio

Buenas noches, Insomnio. Ya es otra más que te apoderas de mí. Me quitas la posibilidad de soñar y me acorralas con mis estúpidos pensamientos. Hoy no, hoy no estoy para eso. Esta noche quiero soñar que puedo volver a soñar. Pero tú, tan egoísta como siempre, me robas mis vacaciones nocturnas y me condenas a los condicionales perfectos que nunca podrán cambiar. Y así pasamos, noche tras noche, bajo la luz de la luna, tú, insomnio, mis sentimientos y yo. Lo contradictorio de mi contradicción es que si pudiera soñar, temería hacerlo. Temería porque mis sueños son más reales que la realidad. Siempre lo fueron, y siempre lo serán. En ellos, si vienes, sonrío, y si me dejas, lloro. No hay escondite puesto que el sueño en sí lo es. Y como en ellos no puedo esconderme, sufro cuando vienes, me besas y sé que volverás a irte de forma incluso más dolorosa que en la vida real. Pero incluso sufriendo soy feliz porque por un pequeño instante, estás conmigo, eres real, te puedo tocar y puedo abrazarte. Sé que el amanecer te robará como roba mi sonrisa cada día, pero nada importa en ese momento. La luz del sol entra por mi ventana, y entonces todos los tequieros, los cariños, las promesas… quedan más lejos que nunca. Tanto, que a veces, mientras los busco, me pregunto si de verdad existieron alguna vez o mi cabeza me la está volviendo a jugar. Por eso, impaciente Insomnio, temo soñar, porque si sueño, al despertar, le buscaré y no estará, y entonces me quedaré sola otro día más.



Escribí un poema el cual por ahora no publicaré porque los que me conocen saben que se me da peor que mal. Siempre fui más de prosa.

jueves, 3 de julio de 2008

Ríndete I

- Ella es el sabor más agridulce de mi mente. Es una okupa a la cual no puedo echar. Tampoco quiero. La pienso, y sin darme cuenta, ya la estoy queriendo otra vez.

- No deberías ir a verla. Sólo conseguirás…

- No pretendo conseguir nada. No puedo hacer como que no va a estar cuando viene sólo por verme.

- Así nunca la olvidarás.

- Eso es algo con lo que ya contaba.

Richard salió, sabiendo que su amigo tenía razón y que sin embargo, no podía sino dejarse llevar, aunque sólo fuera para contemplar por una vez más su sonrisa, sus meteduras de pata tan entrañables, y esa mirada fija que hacía no ver pero que sabía que tenía sobre él cuando algo no iba bien. No pensaba tirarse al vacío, pero era demasiado importante como para negarle la estancia. De todas formas ya habían pasado 6 meses, y aunque no quisiera reconocerlo, se moría de ganas por verla. Se quedaría unos días en su casa de la playa. En principio Richard intentó que se quedara con alguna amiga, pero ausentado todo el mundo al ser verano, no pudo sino ofrecer su casa.

Hacía medio año que Richard había dejado a Ashley. Aún le dolía recordar las lágrimas en su cara, diciendo por qué, y mostrando un lo sé. Eran amigos desde pequeños, a pesar de vivir en ciudades diferentes. A medida de que se hacían mayores, iban sintiendo como la amistad que los unía iba tomando otros matices, y cada vez que se veían no sabían cómo ocultar sus sentimientos por miedo a que el otro se diera cuenta y se alejara. Al fin, un día Richard se apareció por sorpresa en casa de Ashley y le dijo que la quería. A los 18, Ashley se mudó a la ciudad de Richard y comenzaron a vivir una historia de amor preciosa. Pero poco a poco ella se dejó absorber por su carrera y apenas tenía tiempo para él, el cual también estudiaba pero no era su vida. Además, no podía soportar que anduviera tanto con ese tal Carter, compañero de carrera. Se le notaba a 300 leguas que iba detrás de su chica. Ella negaba y negaba, pero Richard sufría, y las malas lenguas no ayudaban. Una tarde que fue a recogerla a la universidad para salir a cenar, los encontró abrazados y no pudo aguantar más. Se fue y la dejó esperando.
A la mañana siguiente Ashley se presentó en su casa, llorando. Richard, casi sin poder articular una palabra, le dijo que lo mejor sería dejarlo. No le dio explicaciones, ni dio lugar a que ella le dijera que ese abrazo se debía al suspenso de Carter, el cual no pasaría de curso. Le pidió que se marchara, que sería lo mejor para los dos. Ella se quedó en la puerta plantada, llorando y mirándole, preguntándose que había hecho mal, y corrió a abrazar a Richard. Él, conteniendo las lágrimas y sus ganas de abrazarla, se quedo parado, y ella, cabreada, se fue.
A la semana se enteró de que ella había vuelto a su ciudad, y que el próximo curso lo haría allí. Fue Carter el que se lo dijo. Se lo cruzó y le paró.
- ¿Qué coño le has hecho?

- No te entrometas en esto más , cabrón, que bastante la has fastidiado ya, ¿no crees? Ahora ya puedes hacer algo más que darle abrazos a escondidas y a saber qué más, porque está libre.

- Pero, ¿qué dices?

- No te hagas el tonto. Llevo viendo todo el curso cómo no te despegas de ella, y os vi bien abrazaditos el otro día, así que no me chulees.

- … Te vas a arrepentir de lo que has hecho. Ashley ha estado ayudándome todo el curso porque no soy de este país y me he tenido que adaptar, y lo del abrazo… de verdad que eres tonto… Si nos viste abrazándonos fue porque a pesar de todo suspendí y me dolió, imbécil.

- ¿Qué? Mira, déjame empaz.

Así fue como descubrió la estupidez más grande que había hecho. Al mes Ashley le llamó y le preguntó cómo se encontraba. Estuvieron charlando un rato y al final se atrevió a decirle:

- Hace unas semanas Carter me llamó, y me contó que habíais estado hablando. Richard, yo no sabía que pensabas eso… Te podría haber explicado…

- Ahora es igual, es mejor así, llevamos toda la vida juntos y si no hubiera sido por esto hubiera sido por otra cosa. Los dos estábamos quemados, ya no sentíamos lo mismo – mintió.
Desde entonces hablaban de vez en cuando, solía llamar ella para ver cómo estaba y para saber qué tal le iban las cosas. No le importaba tener la iniciativa, ya que conocía de sobras a Richard y sabía que le costaba, aunque a veces se diera rabia a sí misma por hacerlo después de lo que había hecho. Al final hablaban casi todos los días y habían recuperado ese buen rollo que tenían de jóvenes.
Un día, en una de sus largas conversaciones telefónicas, las cuales desembocaban en teechodemenos y meencantaríatenerteaquíconmigo mentales, Ashley le dijo:
- Richard… he estado pensando, y… Bueno, hace tiempo que no voy por allí, y se echa de menos a la gente, y no sé… me gustaría verte y pasar contigo unos días.
- …

- ¿Estás ahí?

- Sí… Bueno, a mí también me gustaría verte pero no sé si sería…

- Por favor, Rich, déjame verte…

- Está bien.

No sabía cómo lo hacía, pero siempre acababa convenciéndole. Pero la verdad es que estaba contento, aunque no lo dijera en alto. Sólo con ella se sentía importante.

Pasaron las semanas y por fin llegó el gran día. Nervioso en la estación, miraba el gran reloj que le indicaba que ya debía haber llegado. Mareas de personas por todo el lugar, y ella no aparecía. De repente, entre toda aquella multitud, vio sus ojos penetrantes, su sonrisa tímida y su mano alzada. Se acercó y se quedó frente a Richard.
- Hola, Rich…