Eternidad

*Recuérdame como un día imaginaste que fui

miércoles, 3 de noviembre de 2010

La última hoja

No digas que me escuchas cuando no lo haces. No pretendas hacerme creer que controlas la situación, que eres lo suficientemente maduro y sensato como para no dejarte llevar por tus intentos irracionales de supervivencia.

- Mierda- dijo Srta. Nostalgia

- ¿Qué ocurre? – preguntó Ashley

- No fluyo. Eso es lo que ocurre. Las palabras están tan atascadas como mi cabeza. No tengo un leitmotiv sobe el cual escribir. A tomar por culo – dijo Nostalgia mientras tiraba al suelo la última hoja.

Mucho había llovido desde entonces, y cada día la prosa estaba más agarrotada y llena de polvo, igual que los álters. Ashley se había cansado de discutir e insultar a su autora, pues llegados a un punto, todos sabían que no serviría de nada. Anaís, sin embargo, posaba su mirada triste y perdida, desde las manos de Srta. Nostalgia hasta las infinitas hojas desperdiciadas por el suelo. Pero Richard callaba. Sabía perfectamente los patrones de su creadora, y el motivo por el cual ya no escribía.

- Ah… recuerdo aquellos tiempos en los que sacaba brillo a mis múltiples tacones para dar patadas vomitivas en estómagos resecos con mis puntas infinitas – divagaba Ashley

- Lo cierto es que aquel pintalabios carmín te favorecía mucho – apuntó Anaís

- Lo sé. Hasta preferiría ver cómo Richard se devana por tus sesos antes que estar en esta decadencia tan aburrida.

- Sigo amándola con locura, Ashley. Lo siento – saltó Richard

- Lo sé, lo sé… Qué remedio. Pero ése no es el caso. La cosa está en que estamos enmohecidos, llenos de polvo, sin vida. ¿Desde cuándo Anaís puede estar tiempo indefinido en Realidad?

- Desde que la historia no avanza – dijo Richard.

- ¡Exacto! Y ése es el problema, que la historia no avanza.

- Ashley, para de quejarte –intervino Anaís – Sabes la nueva situación. ¿O ya no te acuerdas por qué nos creó Srta. Nostalgia? Porque necesitaba apoyo con el que luchar. Sí, luchar. Antes quería y podía luchar. Pero ahora… parece ser que aunque quiera, no puede, y deberías entender eso. ¿O acaso tú no querrías olvidar a Richard? Pero no puedes, no aún

- ¡Porque la historia no avanza y lo sabes!

- Es igual, Ashley, el caso es que no puedes ahora. Está claro que aún no nos puede dejar ir pero no sabe qué hacer con nosotros. Lo que está claro es que nos piensa, porque lo hace. Algo así como en Una mente maravillosa, nos lleva todo el día en su mente. Así que por favor, no seas mala con ella.

Srta. Nostalgia resopló y resopló, intentando que las voces de sus álters perdieran fuerza en su cabeza. Pero en realidad tenían razón, todo se le había escapado de las manos. No había nada de control ni estabilidad en su vida, ni siquiera en los ámbitos que nunca le habían dado problemas. Ya no sabía qué hacer, y no tenía la brillantez de antaño para encontrar el signo positivo que resolviera de forma satisfactoria la ecuación.

Ni bebiendo el Vodka, ni fumando los cigarrillos, porque no los necesitaba, porque había un atisbo de luz en los ojos de una persona. Y eran esos los únicos momentos en los que Srta. Nostalgia se sentía llena de vida. Pero poco podía disfrutar de esa luz embriagadora proveniente del Sol más grande, y el resto del día reinaba una oscuridad absoluta. Peor que una luna.

Y en la oscuridad me hallo en este momento.

lunes, 18 de octubre de 2010

Feliz cumpleaños

Sin pensarlo, y contra todo pronóstico, tal y como cierto genio vaticinaba, llegó un día en el que me cansé de tanta gilipollez, de tanta subnormalidad propia de niños caprichosos y retrasados, sin ninguna motivación mayor que el “me da igual todo” como forma de vida. Mucho más fácil la supervivencia de esta manera, ya que la implicación es mínima y por tanto el riesgo es aún menor. Qué mediocre, sin embargo, me parece ahora una existencia tan nula, cuando no hay nada en la vida que te haga sonreír, o te ilusione para salir y comerte el mundo. Qué vacía.

Y el problema es que a veces estas personas intentan jugar con los sentimientos. Pretenden querer, amar, convivir con la gente… Pero no pueden. No pueden porque para querer se ha de saber QUÉ es querer. Y eso no se aprende, se siente y punto. No hay más. Pero claro, esto es lo que ocurre cuando la Luna ve al Sol y se enamora completamente, queda hechizada por su brillo, y quiere ser así también. Quiere brillar. Cree que puede brillar, pero tan sólo es una Luna que sólo aspira a ser el reflejo de la luz de otros soles.

Bien es cierto que en los eclipses la Luna tapa por completo al Sol, dejando por tanto de brillar. Pues me siento como si durante mucho tiempo me hubieran arrebatado la luz. Porque cuando no es tuya, quema, arde, te abrasa la piel, la odias, porque es tan… potente, arrebatadora, arrasadora, que alguien que no la emite no podría soportarla, y, ¿qué mejor modo de calmar los sentimientos negativos jodiendo la existencia del otro para así estar al mismo nivel?

No he tenido luz, alguien a quien me entregué en cuerpo y alma me la robó porque le recordaba constantemente que él sólo era una sombra mediocre y del montón. Que podría haber brillado si quisiera, pero alguien con el “me da igual” como forma de vida jamás puede brillar. Jamás. Así que yo queriendo ser radiante y sin poder serlo. Queriendo sonreír y viendo que sólo salían resquicios de tiempos pasados en los que la risa era gratuita, los días eran soleados (porque yo brillaba), y la vida era un pelín menos amarga.

Pero cuando la persona que más te importa en el mundo se vuelca de lleno en hacerte sentir miserable, como un defecto de fábrica en sí, siendo todo lo relacionado con mi persona negativo e insoportable, una llega a pensar que realmente se equivocaron al crearme. Que mi ADN estaría excesivamente mutado y que yo era el resultado más nefasto de la humanidad.

Y entonces llegó alguien. No alguien cualquiera. Otro Sol, que por supuesto reconocía el brillo marchito detrás de mis ojos tristes y mi sonrisa torcida. Me enseñó toda la verdad desde el principio, y yo no le hice ni puto caso. Porque ante todo yo tenía que defender a quien me importaba. Y mareada como estaba de tanta incertidumbre, de tanto hijoputismo y niñatería, como si yo fuera una puta margarita a la que deshojar una vez tras otra porque no duela nada que vayan arrancando hoja por hoja. Claro que duele, duele muchísimo, es una tortura que no ha tenido fecha de caducidad NUNCA, y que cada vez ha pesado más, pero sin importar, pues las personas que sabemos querer DE VERDAD no tenemos en cuenta que nos vayan castigando y dando puñaladas COBARDES una vez tras otra. Hasta que llega un punto en el cual por alguna extraña razón que aún me cuesta comprender Sí se empieza a tener en cuenta. Sí se comienza a ver que no es así porque te lo mereces, que te habla mal porque has dicho una estupidez, que se enfada porque lo has provocado. Que no te lo mereces. Que nunca te lo mereciste.

A veces la vida es muy injusta, pero al final, señoras y señores, el tiempo pone cada uno en su lugar. Y los hijos de puta retrasados que tratan así a la gente porque tienen un dilema mental impresionante, porque no les han querido y por tanto no se quieren, porque no saben ni lo que sienten ni por qué lo sienten, porque no entienden que la gente pueda tener afección por ellos, porque la rechazan y joden la existencia de las personas con buenas intenciones, como lo fui yo. Y me compadezco tristemente, porque todos en esta vida estamos jodidos, pero no me gustaría tener una mente tan oscura y desconocida, y menos me gustaría no poder llegar a querer nunca a nadie, ni a mí misma, por no decir que odiaría destrozarle la vida a alguien puro e inocente que solamente intentó compartir una vida conmigo.

Gracias a ser como soy, alguien maravilloso, no sé cómo, y aún se lo estoy agradeciendo cada día, pudo atravesar mi barrera mental y pudo llegar a mí, Pudo ver TODO lo que pensaba y sentía, y tuvo que lidiar con su propia frustración al ver que yo no dejaba de pensar lo que pensaba, que no veía la luz por alguna parte. Pero este maldito ser superior lo consiguió, NO SÉ CÓMO, pero lo consiguió.

Y gracias a él volví a sentir… algo dentro de mí, algo puro, en medio de todo un caos de sentimientos enfrentados y demasiado marchitos ya, demasiado hastiados de tanto mareo. Volví a sentir la pureza de los sentimientos más sencillos y bonitos.

Que mientras el falso rey del mundo se creía Dios por humillarme y dejarme mal, esperando a que COMO SIEMPRE, volviera a chuparle la polla tarde o temprano, yo estaba mirando fijamente a los ojos de la persona más única y maravillosa que jamás he conocido, dejándome llevar por la tranquilidad que me transmitía, y teniendo la certeza de que Él sí que se trataba de un Dios de verdad, de un ser superior al que de alguna manera interesaba y conectaba directamente con mi mente..

Y por culpa de esta persona, afortunadamente, ahora puedo hacerme este grandioso regalo de cumpleaños, ahora puedo ver la mierda en la que he estado metida más de 4 años, creyendo que era caviar del bueno, y por fin, POR FIN, puedo decirte esto:

TU JUEGO CONMIGO SE HA ACABADO.

No vas a engañarme más. Que por mucho que sigas pagando tu soledad castigándome, a mí ya no me hace daño, porque aunque te crezcas delante de mí y pienses que sin ti no soy nada, esa canción ya es historia para los dos, porque cuando te giro la cara y sigo mi camino, sólo estoy pensando en una persona.

Y esa persona NO eres tú.

Feliz cumpleaños, Ana.

sábado, 7 de agosto de 2010

Besos carmín en Y


Salió del local y ahí estaba. Aquel misterioso hombre al cual no dejaban entrar en la exclusiva discoteca parisina de Picadilly.
- Creo que está demasiado llena – le dijo
- Y yo creo que sos demasiado linda.
Ashley dejó la ciudad llena de besos carmín. Cuando amaneció y se dispuso a irse, el misterioso hombre la retuvo.
- Esperáte un poco más – y empezó a acariciarla.
- ¿Aún quieres más?
- A veces las caricias no significan sexo necesariamente. Sos demasiado reacia al contacto.
- Está bien – dijo a regañadientes.
Y así estuvieron. Para Ashley no fue tan difícil dejarse mimar, después de todo, pero Anaís era una pesadilla en esos momentos, y sólo pensar en Richard la mataba. Mientras, la dulce voz de aquel hombre hacía de barrera al mundo exterior, afortunadamente.
- Eres muy cariñoso, es… agradable – se atrevió la asustada Ashley a decir
- A las mujeres como vos, tan lindas y frágiles, hay que tratarlas con cuidado y cariño. Y sentir cómo te oponés a ello hace que quiera mimarte más.
Ashley experimentó una sensación contradictoria. Por un lado, la aversión de abrir su corazón a un hombre extraño, y por otro lado, que el mismo hombre extraño expresara cosas tan bonitas hacia ella, otra extraña.
- ¿De verdad crees que soy linda?
- Vos no sos linda. Vos sos hermosa

Keep walking

La lluvia me empapaba a cada paso que daba, pero no paré, pues a esas alturas no había ya nada que pudiera ponerse delante de mí. Aunque hubiera andado y desandado el mismo camino muchas veces, ahí estaba, en la puerta, esperando a que mi ángel guardián bajara y me llevara al cielo para olvidar.

Londres me pareció un lugar lúgubre, feo y solitario. Sentí simpatía. Mis rizos se solían enredar en las chaquetas y sudaderas que los hombres más caballerosos me dejaban a causa de mis atuendos veraniegos tan poco apropiados para el clima.

- Antes hacía calor. Tú has traído el frío, blondie – solían decirme.

Y no lo negaba. Si de mí dependiera el clima mundial habríamos entrado ya en una nueva glaciación.

A menudo las personas que no me conocían me observaban con curiosidad, y extrañamente solía hacerles sentir simpatía hacia mí. Quizás la compasión fue un arma a mi favor, pero me daba igual, porque estaba tremendamente cansada, como si hubiera estado días y días andando sin parar, haciendo el mismo maldito camino siempre. Y en sentido figurado así era. Estaba muy desgastada, harta de ver la misma película, con el mismo final una y otra vez. Harta de las mentiras, de la hipocresía generalizada y de la falta de sentimientos. Como si hubiera estado caminando en la orilla del mar durante años y al girarme ver que no había dejado ni una sola maldita huella. Así de triste era. Sin huellas, sin corazón. Al final, como siempre, sólo estaba yo. Yo, y mi maleta, y mi ángel guardián. Deberíais tener uno. No sé si se pueden comprar, o alquilar, en el caso de que no tengáis. Es esperanzador para la desesperanza. Siempre me asombraré de lo increíble que es ver reír a una persona de forma tan natural y desinteresada cuando uno mismo se siente tan retorcido en el dolor, y aún más impresionante es la forma contagiosa en la que acabas riendo también.

Así que continué caminando, pero esta vez iba acompañada, y los pasos que daba me parecían alentadores, fáciles, incluso apetecibles.

No íbamos solas. Más humanos (desinteresados también), disfrutaban de nuestra compañía y nos seguían a cada peripecia que nos proponíamos hacer.

A fin de cuentas… menos a la muerte, a todo se sobrevive, afortunadamente. Se puede estar sumido en el dolor, pero llevarlo genial. Y como casi todos portamos algún tipo de dolor, sólo me queda daros ánimo, y pilas. Pilas para esos pies cansados o asustados de andar.

Keep walking, me dice un tal Sayer de vez en cuando, y resulta que puede ser hasta divertido, y más cuando alguien te sujeta para que no caigas.

viernes, 6 de agosto de 2010

Reinventar

Reinventar. Carpe diem. Besos carmín.

La lluvia que caía en Picadilly me mojó de inspiración.

Fluír, fluír, fluír. Libre.

Be not afeard; the isle is full of noises,
Sounds, and sweet airs, that give delight and hurt not.
Sometimes a thousand twangling instruments
Will hum about mine ears; and sometime voices
That, if I then had waked after long sleep,
Will make me sleep again; and then in dreaming,
The clouds methought would open, and show riches
Ready to drop upon me, that when I waked
I cried to dream again.

martes, 22 de junio de 2010

Cortocircuito

Toc-toc

- Hola

- … Ya tardabas, Srta. N.

Si bien mantengo mi postura ante la inexistencia de una felicidad continua y duradera, hay etapas en las que la estabilidad gobierna tu alma y te sientes tranquila. La monotonía no es mala cuando la persona que la enfunda no lo es.

Mas sin embargo la autodestrucción puede echar por tierra cualquier cosa que hayas construido con esfuerzo cuando los cimientos son de barro. Así, autodestrucción y autoestima entran en una guerra con un solo posible ganador. Y creo que ya saben quién muere.

Así pues, me hallo de nuevo sentada en aquella vieja acera, a mi derecha Ashley ofreciéndome un cigarro, con cara de pocos amigos. A mi izquierda Anaís, intentando comprender mi tristeza; y detrás, en el fondo, Richard, consciente de cada pensamiento que cruza mi mente.

En mis manos, aquella botella de vodka ficticia, y a mis pies, todo lo que un día fui.

- Todo es por no llevar tacones – dice Ashley

La miré, acepté su cigarro, imaginé que me lo fumaba, y lo tiré a aquella vieja alcantarilla.

- Aún no te has apagado del todo, Srta. N., de lo contrario nosotros no estaríamos aquí. Ha de haber algo por lo que no hayas tirado la toalla.

- Así es, Anaís – interviene Richard- y es el motivo por el que tú, Ashley y yo existimos.

- ¿Cuál es el motivo?

- Más bien quién es el motivo. Y es él. Por eso no fuma el cigarrillo, ni bebe el vodka, ni escribe frases sentenciando su existencia. No hace nada porque no sabe qué hacer.


Y ahí estaba yo, una pobre escritora sin libro, escuchando a tres productos de mi imaginación debatir sobre mi persona.
Y Ashley, como siempre, aburrida de tanta reflexión, me llevó de nuevo a la acción:

- Si todo lo que fuiste está por los suelos, recoge los pedazos y móntalos. Mírate al espejo, ponte tu mejor gala y sal a la calle. Puede que llores, pero es parte de la vida. No estás tirada en el hastío como hace un tiempo, cuando por necesidad nos encontramos mutuamente. Ahora tienes un motivo. Quizás sólo sea uno, pero es el más importante y el más verdadero de toda tu vida.

Asentí, y me levanté de la acera, en frente del bar donde tantas veces divagué.

- Ah, y una cosa más: ponte los malditos tacones. Es hora de electrocutar.

domingo, 20 de junio de 2010

Pum


Mis manos aferradas a dos pistolas sentimentales disparan bajo el juicio equivocado. El irracional.
Estoy cargándomelo todo.

domingo, 28 de marzo de 2010

Crisis de los 50 a los 18

No te das cuenta de lo que tienes hasta que lo pierdes. Eso era lo que me habían dicho siempre, y yo creía que conocía el significado de esas palabras. Así era, pero no en todos los aspectos, como pude comprobar recientemente. A veces se puede experimentar pérdida de algo que no depende de ti, ni de nadie, sino que es parte del ciclo de la vida. Y así de repente me encontré un día, hundida e impotente, al ver que había cumplido un año más, y que con él se iban 365 días que jamás volverían. En parte nunca deseé que volvieran, pero me sentí vacía porque la situación no estaba en mis manos. Comencé a plantearme el hecho de que nunca más viviría en la que un día fue mi casa, que ya no estaría permanentemente viendo a los que habían sido mi familia. Y que mientras yo pasaba los días a 500 km, ellos iban envejeciendo a cada paso que yo daba. Sentí que todo se iba rápidamente sin poder hacer nada por evitarlo, y comencé a ver el tiempo salir disparado de los relojes, como si, harto de tanto control, se rebelara ante nosotros y nos castigara por querer someterlo a nuestros deseos. Era inevitable que me hiciera mayor, y aunque me angustiara, no podía negar que mi vida, como la de cualquier otra persona, era perecedera. Mientras yo estaba allí, la vida de la gente de mi alrededor pasaba y poco a poco se acercaba a su fin.

Lloré mucho intentando parar el tiempo para que todo se mantuviera como estaba. De repente todo iba más rápido, los días pasaban antes, los meses se acababan en un abrir y cerrar de ojos, y todo se hacía más viejo. Fue como si la crisis de los 50 hubiera saltado 32 escalones en dirección contraria y se hubiera acomodado en mis tempranos 18 para darme un puñalazo en mi vulnerable corazón. Vi que un día estaría un poco más sola, ya que no podría tener a mi lado por siempre a todos aquellos que me habían visto crecer, que un día no podría reír con mi madre sobre sus expresiones, ni disfrutar de sus deliciosas comidas, ni tampoco discutir con mi peculiar padre o bromear sobre sus manías. Todo ello me volvía loca a la par que causaba en mí sentimientos varios, entre ellos la culpa.

Por suerte, mi dolor se calmó en cuanto me rescataron esos brazos llenos de amor para mí. Cómo no olvidarse de todo lo malo cuando tienes a un ser tan lleno de bondad en su interior dispuesto a entregártela por completo. Él también crecía, pero lo hacía conmigo, y eso me daba tranquilidad, aunque no dejé de soportar la rapidez con que la vida pasaba ante mis ojos.

La vida es efímera, es imposible escapar de la naturaleza. La muerte… Ojalá no existiera la muerte.


Anaís no entendía por qué con el paso de los años Richard había cambiado su aspecto físico y su carácter. Andaba un poco más curvado y no tan rápido, y donde antes había sido un chico activo y emprendedor, ahora sólo quedaba un hombre con ganas de tranquilidad.
- No entiendo la forma tan rápida en la que cambiáis en Realidad- decía Anaís.
- Forma parte de la vida. Nacemos para morir – contestaba siempre Richard.
- Ya, pero si es todo tan efímero nunca conoceréis la evolución de las cosas.
- Ahí está la gracia de todo. Lo que empezamos nosotros hoy lo acabarán las futuras generaciones mañana. Y así será siempre.
- No quiero verte morir, Rick. No quiero verte perecer…
- Anaís, mi alma siempre estará intacta. Es como tú, sólo que no tiene representación física.
- En Realidad sin cuerpo no hay alma, sabes que no puedes engañarme.
- Lo sé, pero no quiero que un alma tan pura como tú se envenene con preocupaciones banales.
- Nada es banal si estás tú en medio.
- ¿Sabes qué es lo que más me gusta de ti, Anaís?
- ¿El qué? – dijo ilusionada.
- Que eres como un personaje salido de un cuento fantasioso.
- Já, já. Encima con bromas.
- En serio, Anaís, eres como un hada. Aunque este cuerpo deje de funcionar algún día, mi alma siempre irá vinculada a ti. Te lo prometo.
Y, aunque fuera un poquito, el alma pura de Anaís se sintió más aliviada, porque dentro de ella sabía que ese vínculo estaba sellado desde hacía mucho tiempo.