Eternidad

*Recuérdame como un día imaginaste que fui

jueves, 3 de julio de 2008

Ríndete I

- Ella es el sabor más agridulce de mi mente. Es una okupa a la cual no puedo echar. Tampoco quiero. La pienso, y sin darme cuenta, ya la estoy queriendo otra vez.

- No deberías ir a verla. Sólo conseguirás…

- No pretendo conseguir nada. No puedo hacer como que no va a estar cuando viene sólo por verme.

- Así nunca la olvidarás.

- Eso es algo con lo que ya contaba.

Richard salió, sabiendo que su amigo tenía razón y que sin embargo, no podía sino dejarse llevar, aunque sólo fuera para contemplar por una vez más su sonrisa, sus meteduras de pata tan entrañables, y esa mirada fija que hacía no ver pero que sabía que tenía sobre él cuando algo no iba bien. No pensaba tirarse al vacío, pero era demasiado importante como para negarle la estancia. De todas formas ya habían pasado 6 meses, y aunque no quisiera reconocerlo, se moría de ganas por verla. Se quedaría unos días en su casa de la playa. En principio Richard intentó que se quedara con alguna amiga, pero ausentado todo el mundo al ser verano, no pudo sino ofrecer su casa.

Hacía medio año que Richard había dejado a Ashley. Aún le dolía recordar las lágrimas en su cara, diciendo por qué, y mostrando un lo sé. Eran amigos desde pequeños, a pesar de vivir en ciudades diferentes. A medida de que se hacían mayores, iban sintiendo como la amistad que los unía iba tomando otros matices, y cada vez que se veían no sabían cómo ocultar sus sentimientos por miedo a que el otro se diera cuenta y se alejara. Al fin, un día Richard se apareció por sorpresa en casa de Ashley y le dijo que la quería. A los 18, Ashley se mudó a la ciudad de Richard y comenzaron a vivir una historia de amor preciosa. Pero poco a poco ella se dejó absorber por su carrera y apenas tenía tiempo para él, el cual también estudiaba pero no era su vida. Además, no podía soportar que anduviera tanto con ese tal Carter, compañero de carrera. Se le notaba a 300 leguas que iba detrás de su chica. Ella negaba y negaba, pero Richard sufría, y las malas lenguas no ayudaban. Una tarde que fue a recogerla a la universidad para salir a cenar, los encontró abrazados y no pudo aguantar más. Se fue y la dejó esperando.
A la mañana siguiente Ashley se presentó en su casa, llorando. Richard, casi sin poder articular una palabra, le dijo que lo mejor sería dejarlo. No le dio explicaciones, ni dio lugar a que ella le dijera que ese abrazo se debía al suspenso de Carter, el cual no pasaría de curso. Le pidió que se marchara, que sería lo mejor para los dos. Ella se quedó en la puerta plantada, llorando y mirándole, preguntándose que había hecho mal, y corrió a abrazar a Richard. Él, conteniendo las lágrimas y sus ganas de abrazarla, se quedo parado, y ella, cabreada, se fue.
A la semana se enteró de que ella había vuelto a su ciudad, y que el próximo curso lo haría allí. Fue Carter el que se lo dijo. Se lo cruzó y le paró.
- ¿Qué coño le has hecho?

- No te entrometas en esto más , cabrón, que bastante la has fastidiado ya, ¿no crees? Ahora ya puedes hacer algo más que darle abrazos a escondidas y a saber qué más, porque está libre.

- Pero, ¿qué dices?

- No te hagas el tonto. Llevo viendo todo el curso cómo no te despegas de ella, y os vi bien abrazaditos el otro día, así que no me chulees.

- … Te vas a arrepentir de lo que has hecho. Ashley ha estado ayudándome todo el curso porque no soy de este país y me he tenido que adaptar, y lo del abrazo… de verdad que eres tonto… Si nos viste abrazándonos fue porque a pesar de todo suspendí y me dolió, imbécil.

- ¿Qué? Mira, déjame empaz.

Así fue como descubrió la estupidez más grande que había hecho. Al mes Ashley le llamó y le preguntó cómo se encontraba. Estuvieron charlando un rato y al final se atrevió a decirle:

- Hace unas semanas Carter me llamó, y me contó que habíais estado hablando. Richard, yo no sabía que pensabas eso… Te podría haber explicado…

- Ahora es igual, es mejor así, llevamos toda la vida juntos y si no hubiera sido por esto hubiera sido por otra cosa. Los dos estábamos quemados, ya no sentíamos lo mismo – mintió.
Desde entonces hablaban de vez en cuando, solía llamar ella para ver cómo estaba y para saber qué tal le iban las cosas. No le importaba tener la iniciativa, ya que conocía de sobras a Richard y sabía que le costaba, aunque a veces se diera rabia a sí misma por hacerlo después de lo que había hecho. Al final hablaban casi todos los días y habían recuperado ese buen rollo que tenían de jóvenes.
Un día, en una de sus largas conversaciones telefónicas, las cuales desembocaban en teechodemenos y meencantaríatenerteaquíconmigo mentales, Ashley le dijo:
- Richard… he estado pensando, y… Bueno, hace tiempo que no voy por allí, y se echa de menos a la gente, y no sé… me gustaría verte y pasar contigo unos días.
- …

- ¿Estás ahí?

- Sí… Bueno, a mí también me gustaría verte pero no sé si sería…

- Por favor, Rich, déjame verte…

- Está bien.

No sabía cómo lo hacía, pero siempre acababa convenciéndole. Pero la verdad es que estaba contento, aunque no lo dijera en alto. Sólo con ella se sentía importante.

Pasaron las semanas y por fin llegó el gran día. Nervioso en la estación, miraba el gran reloj que le indicaba que ya debía haber llegado. Mareas de personas por todo el lugar, y ella no aparecía. De repente, entre toda aquella multitud, vio sus ojos penetrantes, su sonrisa tímida y su mano alzada. Se acercó y se quedó frente a Richard.
- Hola, Rich…

1 comentario:

  1. ¡sí! hacía tiempo que quería leer algo como lo que hay por aquí; en ciertas cosas me recuerdas a mí..
    muy bueno lo que he leído, eh!

    no nos conocemos, pero quería dejar constancia de eso :)

    (si vas al link de mi nombre te encontrarás con mi antiguo blog, que abandoné hace un tiempo para hacerme otro, pero el nuevo es casi secreto!)

    que vaya bien :)

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