Eternidad

*Recuérdame como un día imaginaste que fui

jueves, 11 de diciembre de 2008

Orgullo o yo

Ella paseaba por las calles de la indiferencia mientras él moría bajo las cuatro paredes de esa sucia habitación que lo había acogido durante años. Paredes llenas de odio, impotencia, tristeza, pero sobretodo, vacío. Los temblores, los llantos, las fuertes respiraciones en un intento de agarrarse a la poca cordura que le quedaba, no llegaban siquiera a producir una brisa en su cabello que la hiciera girarse. Nada. Acercarse hacia él, sentarse delante, parar por un momento cualquier pensamiento, valor, juicio, y contemplarle. Mirar por un momento sus ojos rojos, entender que – joder- se muere por ella, que cualquier paso hacia atrás es un hacha en su corazón, que ella, motor de su vida, si se descuidaba, provocaría una gran muerte. Difícil es, sin embargo, competir con orgullo, su fiel amante. Mala compañía, intentó decirle alguna que otra vez, pero nada. Este energúmeno le ciega los ojos, le crea vicios adictivos en contra de todo. Deja de querer, deja de sentir, como puro mecanismo de supervivencia. Tan sólo si confiara… no tendría que elegir entre el orgullo o él.

1 comentario:

  1. excelente!!

    no se por que, pero me recorde cosas pasadas, es increible q las letras te hagan caer en la añoranza...

    me ha encantado!!

    y gracias por tu comentario, trata de no ausentarte por tanto tiempo !

    bueno, me despido :)

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