- Dame un abrazo, Richard – pidió Anaís a su amigo de toda la vida.
- ¿ Y eso? –preguntó
- Me di cuenta de que cuesta mucho ser feliz – contestó – No me mires así, Rich. No me refiero a la tontura que muchos confunden con la felicidad. Me refiero a esa tranquilidad, esa paz que te hace sonreír cada mañana al despertar de forma natural. Ese algo que perdí hace tiempo y que dudo volver a recuperar nunca. Quizás se pierde al perder la inocencia, a… ¿madurar? No sé, Rich… hace tiempo que me siento en medio de la nada, y no sé hacia dónde debo ir.
- No dramatices, Anaís.
- Supongo que es eso lo que debo hacer, pero dime entonces cómo salvarse del hastío.
simplemente excelente!!
ResponderEliminary el final te deja con ganas de mucho mas, o de intentar agregar algo de las poprias vivencias...
Me encantó!
saludos :)
Es genial tu imagen de cabecera.
ResponderEliminarA veces hay que soplarle hasta a los demonios.
este texto me hace sentirme muy identificada, he tenido ese pensamiento, el de Anaís muchas veces en mi vida.
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