Observé como 500 veces el lugar. Humo, ruido, gente de todo tipo… y allá, entre toda esa marabunta, una luz resplandecía: era él. Yo trataba de ocultar mi más que evidente insaciable placer por observarle, y proseguía mis conversaciones banales pero a la vez divertidas mientras disimuladamente le echaba miradas furtivas. A veces parecía que él se daba cuenta, pero otras era yo la que le cazaba atento a mis movimientos. ¿Era verdad o tan sólo era un intento de mi desesperada mente por hacer realidad lo ciertamente imposible?
Decidí salir a la calle para respirar el aire “fresco” de la ciudad. Intuí su mirada tras mi espalda, y disfruté imaginando sus pies en busca de mi torpe caminar. Fuera todo parecía más crudo, y los sueños se esfumaban en un suspiro. –Mejor- me decía, ya que para mí ilusionarme era tan fácil como dar una bocanada de aire, y demasiadas cicatrices poblaban ya mi frágil mente.
En cierto momento de mis divagaciones sentí su presencia cerca. Ahí estaba, a mi lado, intentando averiguar mi paradero psíquico.
- Hace frío – me dijo
- Siempre lo hace – le contesté secamente, para estar fría y no dejarme llevar.
Se quedó callado, pero su cara de frustración me incitó a pensar que por dentro un dilema batallaba con su esencia. Quizás me quería pero la impotencia de la situación tan repetida le impedía sincerarse. –Tonterías – pensaba tras esta idea tan ingenua por mi parte – Habrá conocido a alguien, querrá irse y no sabe cómo decírmelo- Este tipo de pensamientos eran muy habituales en mi cabeza, pues yo procuraba joderme con ellos para no elevarme hacia las nubes y esperar una tranquilidad que probablemente ya no me pertenecía.
De repente, habló:
- Yo… estaba pensando que…
Y yo, que me dejé llevar por mi realidad paranoica, le contesté:
- Puedes irte, sé el camino de regreso.
- ¿Qué? – respondió, para mí como si se estuviera haciendo el loco.
- Lo que oyes. Diviértete.
En ese momento me dirigí hacia la puerta para recoger mi bolso y largarme, pero él me frenó el paso.
- ¿Qué? – le contesté expulsando hastío por doquier – No me lo pongas más difícil, no quiero saber con quién te irás esta noche, prefiero ser una ignorante antes que…
- ¿Antes que qué? – dijo, ahora más tenso.
- Antes que imaginarte con otras – le confesé, y me arrepentí ipso facto, pues si algo había caracterizado mi amistad estos años con él era la ausencia de confesiones rebajadoras de este tipo.
- No hay otras - dijo, yo tomándomelo como una muestra de compasión, algo que odiaba a más no poder.
- No es asunto mío – me limité a decir.
Y lo siguiente fue un silencio eterno, y unos ojos profundos que me desnudaban por completo sin posibilidad de escape. Al final, comenzó a hablar de nuevo:
- Escucha, yo...
Pero justo entonces llegó uno de los nuestros reclamándonos, por lo que otra noche más tuve que conformarme con las especulaciones y paranoicas hipótesis que mi mente elaboraba con el objetivo de descubrir qué escondía tras el velo de su mente.
En su mente, probablmente, menos avatares que en la tuya. Pensamiento lineal, pensamiento circular. Somo tan, tan, tan, tannnnn distintos. (Que no mejores ni peores, solo distintos).
ResponderEliminarMe alegra volver a leerte :) He estado desconectada del mundo a medio plazo y así da gusto!
ResponderEliminarSiempre he pensado que es una putada enamorarse de tu mejor amigo, ¿pero a quien no le ha pasado?
Muchos besos, cielo!
muuacks!
Es increíble que las historias se repitan con otros personajes,en otros lugares, y tal vez en distintos tiempos. Es(y des)cribes muy bien :)
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