Eternidad

*Recuérdame como un día imaginaste que fui

domingo, 9 de agosto de 2009

Éxtasis

Aburrimiento. Horas que arrastran los pies perezosamente, muertos los minutos. Cada día es una copia barata del anterior, y ni los libros, ni la tele ni el ordenador consiguen parar este dolor de cabeza provocado por la ausencia de actividad social, de mi actividad social. El cerebro se me retuerce, angustiado, estirando cada músculo con el fin de alcanzar algo entre el aire que llene este vacío, pero sabe que ahí no está lo que yo necesito, que, como habitualmente suele suceder, me es imposible conseguir (por una vez en meses no por ninguna desgracia, afortunadamente).

Y aquí estoy, pasando los días como una muerta en la cama, pensando en la veracidad del universo en general y de mis extrañas circunstancias en particular. Y es que esta ausencia de droga me trae a la memoria otros meses mucho más fríos en los que, a pesar de mi mono, aceptaba el fin de las dosis, y preparaba un plan de acción, ya que sabía que irremediablemente el éxtasis se había terminado para mí.

¿Cómo debo sentirme cuando medio año más tarde despierto y encuentro en la mesita mi vieja bolsita de droga, más atrayente y apetecible que nunca? Intento resistir, pero al final me digo que por tomar un poco hoy no pasará nada.

Diez días más tarde vuelvo a ser adicta. ¿Seré yo o es que el éxtasis sabe ahora mejor? Como diferente, renovado… adaptado a mí. ¿Y qué se supone que tengo que hacer: creer que esta droga no me matara esta vez porque parece más sana para mi salud, o debo alejarme y evitar otra posible muerte, mucho peor sin duda que la anterior?

Sin embargo, también pienso: ¿y si esto no es más que una ilusión de mi cruel mente por apaliar los efectos del todavía latente mono que habita en cada célula de mi cuerpo, y cuando menos me lo espere, el éxtasis habrá salido de nuevo de mi vida haciéndome comprender que realmente nunca estuvo?

Ah… demasiadas preguntas. Demasiados sentimientos.

2 comentarios:

  1. Adicción, drogas, ese mundo en el que los mejores y los peores momentos conviven y eclipsan todo lo demás.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Algunas somos adictas a retorcernos los sesos por las noches pensando cómo dar sentido al día siguiente. La mejor manera de escapar de la tentación es caer en ella.

    ResponderEliminar

Deja tu huella para la eternidad