Eternidad

*Recuérdame como un día imaginaste que fui

domingo, 20 de febrero de 2011

¿Srta. Nostalgia?

Antes estabas tú para darme las cuatro palabras que hacían que de la nada salieran las historias más bonitas. De forma directa o indirecta, bien por amor o bien por dolor, hacías que saliera de mí la inspiración que daba vida a Ashely, Anaís y Richard. Pero todo eso hace mucho tiempo ya, demasiado, que te lo llevaste, y sólo ha quedado el vacío latente de algo que nunca fue pero que siempre estuvo. Y ya no escribo nada, porque no tengo nada que escribir.
Porque la toxicidad con la que me alimentabas era pura poesía para mi mente, me retorcía de dolor cada día, pero vomitaba palabras que se entrelazaban en mi cuerpo y me hacían sentirme viva, inconformista. Quería no pasar desapercibida en el mundo, que en algún lugar de la red estuviera yo, que no quedara en vano mi decadencia. Quería estar presente, y lo estaba.
Anaís se convirtió en mi mejor amiga, en la parte más pura de mi persona, la que daba nombre a mis sentimientos cuando yo no tenía fuerzas ni para abrir los ojos. Siempre tan bonita, siempre tan inocente, siempre preguntándose por qué no podía volver a Norealidad, donde podía alejarse del daño que nos hacías cuando no estabas. Porque nunca estabas, ni siquiera cuando aparentemente sí. Que Realidad la consumía, y no hacía otra cosa que llorar ante tanto hastío.
Más tarde, deseosa por vivir, aunque fuera en mi imaginación, la historia de amor más pasional y arriesgada que jamás pudiera existir, nació Richard, de donde inevitablemente tuvo que aparecer Ashley finalmente. Todo para apaciguar el vacío que dejabas tras de ti. Personajes tan reales que forman parte de mí que tengo tan abandonados, porque no sé darles lo que merecen.
Jamás fui tan pura como en aquel fatídico 2009. Y decir fatídico es injusto, porque ahora, desde la lejanía, lo recuerdo como el año más sustancial de toda mi vida. Tú te volviste a ir, y me dejaste llena de preguntas sin respuesta, hastío, ganas de morir y misantropía hacia el mundo no reconocida. La consecuencia de todo ello fue textos y más textos llenos de verdades como puños que me ayudaban a mí y hacían que algunas personas no se quedaran indiferentes al leerlos, y eso era maravilloso. Apareció mi gran salvador, mi querido Sayer, que no me salvó del dolor, pero sí me enseñó a vivir con él, a disfrutarlo y a sacarle provecho. Qué meses más geniales a su lado, donde la pasión, las uñas y labios rojos, las femmes fatales, las noches sin caer por apoyarme en él… Son cosas que jamás olvidaré. El amor tan ambiguo que sentí por él impidió que me diera por vencida, porque fue lo único que fui capaz de sentir de forma positiva en esa época. Y gracias a él empecé de nuevo a sonreír.
Todo lo demás estaba bien, en el instituto me iba genial, había una camaradería reconfortadora entre mis compañeros que ya nunca más volveré a tener, y cantaba cada día, con los sentimientos a flor de piel. Visité la Metrópolis, me enamoré locamente de ella, y vivimos un romance furtivo, aunque ella ya sabía que mi corazón era de la Ciudad Condal.
En definitiva, siempre recordaré ese año como el momento más significativo de mi existencia. Cuando más viva estuve, cuando más valor tenía todo lo que hacía.
Y ahora, después de tu salida por la puerta de atrás, donde ya no volverás a entrar, todo es demasiado diferente, como era de esperar, y es ahora cuando más mella hace todo el pasado. Toda mi vida de entonces ya no es mi vida de ahora. No queda nadie viejo en mi día a día, nadie que sepa del todo mi camino como persona. Desde luego, tú tampoco lo sabías, pero para mí era suficiente con que estuvieras. Muchas personas nuevas, demasiadas personas finalizadas. Y es todo tan nuevo que no me gusta nada. Que prefiero ser Srta. Nostalgia y acordarme de aquellos días donde me acostaba llorando y me despertaba igual, pero donde sentía que cada cosa que hacía o decía significaba algo, que predeterminaba hacia qué dirección giraban las cosas. Y son pocas las personas que cumplen antigüedad. Ya no estás tú, ya no está Sayer, ni ellas, y sólo queda esperar que del montón de nuevas personas quede alguien a quien pueda acostumbrarme y pueda acompañarme en este camino, que ahora mismo es insustancial, porque no encuentro el sentido, no encuentro la pasión que siempre me ha caracterizado. Y yo, sin pasión, no me muevo. Por tanto, estoy quieta, impasible, fría. Sin sentimientos, añorando los momentos en los que mi vida tenía mucha importancia, y El club de las pasiones era más activo que nunca.
Supongo que todo, tanto lo bueno como lo malo, te lo he de agradecer a ti, como siempre.
Anaís busca Norealidad porque quiere escapar de aquí. Los hechos son como patadas en el estómago y ella es demasiado frágil para poder soportarlo. Richard, frustrado, se siente impotente porque el amor de su vida se va desvaneciendo poco a poco si no encuentra el modo de devolverla a donde pertenece, y a la vez sufre porque sabe que al hallar la solución ella se marchará para siempre. Ashley, la peor parada, como siempre, se resigna a ayudar a Anaís a volver a Norealidad porque Richard es lo más importante.
Y Srta. Nostalgia sigue sentada en la mesa, con las manos en el portátil, sin saber qué escribir, ni qué hacer, para que todo vuelva a cobrar sentido y vuelva a sentir que su existencia no es meramente circunstancial. Que aún queda algo de lo que fue, que aún puede volver a curarse con sus pensamientos. Que no ha dejado de ser esa esencia reconfortante, que no es mediocre. Que su existencia no será mediocre.
- ¿Srta. Nostalgia?

4 comentarios:

  1. Eterno retorno:
    ni el pasado es tan sólido como lo recordamos ni el futuro tan ambiguo como creemos.

    No podemos vivir a base de recuerdos ni tampoco podemos vivir a base de intuir un futuro.

    Deja que recupere lo que he perdido y permíteme acompañarte en tu camino, sea de la manera que sea.

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  2. Escribe tu maldito libro.

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  3. No olvides que el presente son los recuerdos por venir.

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  4. Buenas tardes señorita deliciosa:

    Hacia atrás ni para coger carrerilla. Los años más sustanciales están por llegar y te lo digo yo que para eso soy el oráculo. ¿Qué clase de oráculo no sabe cosa tan sencilla?.
    Desde la ciudad Condal o la Metrópoli, de mano de Sayer, de las damas más insólitas incluso del mismísimo Richard.... da igual, porque la variable que hace que sea magia no son los acompañantes, por muy mágicos que sean, sino la variable constante, osea: tú.
    El tema de la inspiración, pues ya sabes, va y viene y de vez en cuando se marcha tan lejos que parece que le cuesta encontrar el camino a Itaca, pero créeme, siempre regresa.
    Besos de la Pitia.

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