Eternidad

*Recuérdame como un día imaginaste que fui

sábado, 10 de marzo de 2012

Luckymente loca


Lucky se burla de mí cada vez que escribo sobre fumar. Se ríe mientras me dice que los cigarrillos no tienen nada de admirable y que lo único que consiguen es consumirle aún más el alma, si eso es posible, y que además yo no fumo. Pero es que le queda tan bien hacerlo… Definitivamente me ve como una niña pequeña, siempre me está haciendo rabiar, sabe que puede jugar conmigo como quiera y no duda en aprovecharse de ello. ¡Como si eso me molestara! Cree que rabio, pero lo único que consigue el muy imbécil es volverme aún más loca.
Se pasea de un lado a otro por la habitación obviando el hecho de que le estoy mirando. Odio cuando hace eso, se pasa la vida obviándolo todo. ¿De verdad cree que a estas alturas puede dárselas de ingenuo? Venga, va, si ya bebía whisky cuando yo ni sabía qué era el alcohol, y todas esas colillas que han pasado por su boca han percibido el sabor de miles de labios femeninos, más de los que cualquier hombre corriente podría soñar. Por eso sé que sabe que me acelero sólo con notar su presencia y que envidio a todas las mujeres que han pasado por su cama. Cuántas veces he deseado que fueran sus manos las que deslizaran mis medias por mis piernas en vez de las mías... Pero le da igual, yo sólo soy… la verdad es que no sé lo que soy, pero algo circunstancial, seguro.
A veces, sin embargo, noto cómo sus ojos me escanean. Podría pensar que me mira con deseo pero siento que no es así, es más, tengo la certeza. Es como si intentara verme por dentro, o como si ya me hubiera visto y analizara lo que sabe. Me hace sentir tan desnuda… Me pone colorada y él se ríe, y yo le odio, claro. Le odio unas 100 veces al día, pero no importa, porque en esos pequeños y efímeros momentos, cuando su mirada está posada en mí siento que tenemos esa conexión, como si nuestras mentes estuvieran buscándose para entrelazarse y ser sólo una, como si las hubieran separado previamente y no vieran el momento de volver a reencontrarse, y esa sensación vale mi vida entera. Debo estar loca.
Siempre estamos en la misma habitación. A veces estoy yo sola pero la mayor parte del tiempo él también está. Es como si estuviéramos constantemente a la espera de algo que ni sabemos lo que es ni cuándo llegará, y lo que es más importante: por qué lo esperamos. De cualquier manera estamos ahí, a veces sentados, a veces dando vueltas en círculos (y quizás ése es el problema) pero siempre en ese habitáculo mental donde las luces de neón nos acercan a una realidad ficticia híper lejana y poco probable.
Él fuma porque es Lucky Strike y bebe whisky porque le encanta. A mí me encanta él.  Le escribo cada viernes porque es la noche en la que más cerca suya me siento, porque aunque estemos en la misma habitación mental no puedo tocarle aunque muera por hacerlo y me tengo que conformar con imaginarle. Él es Lucky Strike y me vuelve luckymente loca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu huella para la eternidad