Eternidad

*Recuérdame como un día imaginaste que fui

sábado, 9 de junio de 2012

¿Te vas o te quedas? (parte III)


Era pleno verano y hacía un calor insoportable pero sin embargo la calidez de la mano de Lucky en mí me reconfortó como si por dentro estuviera a grados bajo cero. Aquel roce era eléctrico, atrayente como un polo opuesto. Deseaba que la situación no acabara nunca sólo para poder tener ese contacto con su cuerpo, por muy pequeño y tonto que fuera, era demasiada la paz que me hacía sentir, como si reconciliara mis sentimientos hacia él.
Mi mano, insegura, temblaba ligeramente, y él, consciente, comenzó a acariciarla con el dedo que tenía libre. Aún no sé si era un gesto bondadoso por su parte o una fase más de su encabronado juego, pero en cualquier caso mi corazón latía con vida propia.
Suspiré mientras bajaba la mirada y procesaba todo lo que estaba pasando aquella noche, hasta que decidí girarme para encontrarme cara a cara con mi amante enemigo Lucky Strike.
- ¿Qué te hace huir de mí de esta manera?
- Lo sabes perfectamente, no juguemos a ser adolescentes porque ya pasó el momento– le dije con una mezcla de indignación y desesperación.
Lucky, sin mediar palabra, aprovechó que cogía mi mano para acercarme a él. Sólo cuando estábamos a centímetros el uno del otro me di cuenta de lo que iba a hacer. Y efectivamente lo hizo. Me besó. No fue un beso tierno, o de amor, no. Fue un beso pasional, libre de cualquier clase de contención. Su mano libre rodeó mi cintura, atrapándome aún más si podía y pegándome completamente a él. Sus besos eran fuego, me besaba como si su vida pendiera de mis labios, dejándome sin aire. Lucky mordía mis labios cual carnívoro deseoso mientras su lengua buscaba en mí su pareja perfecta con la que bailar eternamente. Me estaba volviendo completamente loca.
Mientras me apoyaba contra la pared del edificio que teníamos más cerca yo no podía pensar en nada, literalmente, pues lo que estaba sintiendo aquel viernes noche en ese preciso instante era demasiado intenso y arrollador como para procesarlo, pero lo cierto era que Lucky Strike, el hombre de mi vida, era quien estaba besándome justo en ese momento, quien acariciaba mi espalda y me apartaba el pelo con fiereza para morderme el cuello. Mis brazos le rodeaban y yo sólo deseaba morir en sus brazos aquella noche, a pesar de que él estuviera jugando conmigo, porque eso era lo que estaba haciendo. Así que en una milésima de segundo me vino la lucidez y luchando con esfuerzos sobrenaturales por no dejarme llevar por aquella pasión que conectaba de forma irremediable nuestras almas desenlacé mis brazos de su cuello y lo aparté.
Él, obviando su evidente agitación, y un tanto desconcertado, no entendía.
- ¿Qué ocurre?
- Esto no puede pasar.
- Sabes que lo deseas.
- Claro que lo deseo, pero no es esto lo que deseo.
- ¿Ah, no?
- No.
- ¿Y qué es lo que deseas?
- ¿Tú qué crees? Te deseo a ti. No deseo una noche de pasión desenfrenada contigo, deseo que todas las noches estés en mi cama con la certeza de que no te irás nunca. No te deseo a medias, no de esta forma. Meterme en tu cama esta noche me hará feliz efímeramente, pero sé que mañana tú no estarás y yo tendré que hacerle frente. He luchado mucho por estar donde estoy hoy,  y eso es mil veces más importante que tenerte esta noche.
Lucky encendió un cigarro mientras me escuchaba.
- No te hagas el tonto, siempre has sabido lo que siento por ti, no te aproveches de eso para calmar tu impulso sexual, porque al igual que yo puedes tener a quien quieras. La diferencia es que para mí tú no eres cualquiera, y precisamente por eso no quiero acostarme contigo, aunque me muera por hacerlo.
Sonrió. Mató lo que quedaba de cigarro y lo pisó con elegancia y yo estaba a la espera de que los restos de humo de su boca volvieran a envolverme. En vez de eso, sin embargo, se acercó a mí y me besó. Dispuesta a frenarle enseguida me fue imposible, pues de repente noté cómo el humo de su boca atravesaba sus labios para entrar en la mía con su respiración, mientras me iba envenenando el alma de una forma increíblemente placentera.
¿Qué podía hacer? Le amaba con todo mi corazón, así que tragué aquel humo como si estuviera absorbiéndole a él y me apoyé en la pared intentando evitar desfallecer ahí mismo.
Lucky volvió a sonreír y se acercó, esta vez para abrazarme. Estuvimos abrazados un rato sin decirnos nada, mi mente temblaba porque se tambaleaba mi entereza como mujer y me volvía a sentir como la chica inocente de 19 años que había sido con él.
No sé cuánto tiempo pasó, pero finalmente habló:
- Deberías volver con tus amigas, querida, a estas alturas van a pensar que te he secuestrado, cosa que por otra parte tendría que haber hecho, en vez de dejarte hablar tanto.
- Ya sabes lo que deseo.
Lucky me besó en la mejilla lentamente, casi como si fuera una caricia, y muy cerca de mi oído me dijo:
- Eres tú quien no sabe lo que Yo deseo, preciosa.
¿Qué significaba aquello? Daba igual, tenía que irme antes de que me dejara llevar por mis sentimientos. Le sonreí y comencé a caminar de vuelta al local, pero no pude evitar girarme y decirle:
- ¿Cuándo te volveré a ver?
- Cuando el destino lo desee – contestó, y emprendió su camino en sentido contrario.
Como siempre.

2 comentarios:

  1. ¿Te vas o te quedas?. Que se vaya y se lleve su toxicidad diluída de falso encanto. Si se queda habrá bajas.
    Cuéntame mas, señorita...

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  2. Me encanta! Ya sabes, soy tu fan absoluta :)

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