Eternidad

*Recuérdame como un día imaginaste que fui

domingo, 14 de octubre de 2012

Bebiendo sola


- Te invito a una copa.
- Lo siento, esta noche no me apetecen caballeros andantes que no saben ni llevar armadura.
- ¿Perdona?
- Te he visto venir desde lejos, vienes con unos andares de seguridad prefabricada, tienes en mente las frases que me vas a decir, las has estudiado bien, e ibas a dártelas de tío alternativo, maduro pero misterioso, incluso bohemio. Pretendes hacerme sentir única y especial para que automáticamente crea que la suerte ha llamado a mi puerta y que a partir de ahora todo será flores y arcoíris. Pero, ¿sabes? No creo en la suerte, ni en los niñatos camuflados en cuerpos de hombre.
- Ni siquiera me has dado la oportunidad.
- Es que verás, no hace falta.
- ¿No te gusta jugar? No sabes lo que te pierdes.
- ¿Me hablas tú de jugar, guapo? Yo invento el juego cada día, el juego de verdad, el de mirarte desde el otro lado del bar y aumentar tu temperatura corporal con sólo una mueca en mis labios. El juego de vacilarte elegantemente y que estés a mi altura, que me dejes sin palabras. El juego de dejarte con la miel en los labios cuando crees que ya me tienes. Ése es el juego de verdad, querido, no el de pseudo-hombre fanfarrón con la copa en la mano como signo de autenticidad.
- Ya sé lo que es eso.
- No, no lo sabes. No sabes nada. Por no saber, no sabes ni lo que quieres.
- Sí que lo sé, quiero una mujer en mi vida.
- Jajaja, una mujer, dice. No sabes ni lo que es una mujer, mucho menos sabes tratarla o comprenderla. Quieres sexo fácil pero intentas disimulártelo hasta a ti mismo. Te convences de que quieres la complicidad de tener a una chica a tu lado que te entienda y te mime, pero eres como cualquiera de los hombres del montón que plagan el mundo, buscáis a una mujer que os recuerde lo grandes que sois, lo perfectos, inteligentes y guapos que sois, aunque no lo seáis. Ni siquiera pensáis en si podéis estar a la altura, si podéis aportar algo que realmente valga la pena, porque os la suda por completo, lo único importante es conseguir que alguien os ponga en el altar para que vuestra seguridad no se tambalee tanto como lo hace habitualmente.
- No es verdad.
- Queréis una chica guapa, delgadita pero no un palillo, que tenga una buena delantera y un culo bien puesto, que sea inteligente pero no pedante (para eso ya estáis vosotros), que sea mona e ingenua y que su carácter sea regulable, porque no podéis lidiar con el hecho de que una mujer os plante cara, porque como os la plante os cagáis en los pantalones y salís corriendo buscando a vuestra mami. En definitiva, una mujer lo suficientemente tonta como para que os haga creer que lo valéis aunque no lo valgáis ni un poco.
- …
- ¿Ves? Ya estás acojonado. Cuando ya habéis usado a la chica en cuestión vuestra autoestima es tan frágil que necesitáis renovarla, y es cuando buscáis a otra. Así hasta el final de vuestra existencia, sin plantearos el grave problema que tenéis, prefiriendo depender de otro ser humano al que implícitamente despreciáis por no asumir el riesgo y el esfuerzo que conlleva levantarse cada mañana sin que nadie te dé un empujón.
- Me largo, amargada. Normal que estés en este bar bebiendo sola.
- Estoy bebiendo sola porque sois tan egocéntricos que aún no os habéis dado cuenta de que las que estamos acojonadas somos nosotras – pensó para sí misma.

1 comentario:

  1. Esto le tendrían que soltar a más de uno(y a más de dos...)
    Sublime.

    Un saludo!

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