- La he visto rondando por tu barrio. Estabas con ella.
- Sí.
- ¿Pero es que tú nunca aprendes? Estabas genial y tienes que volver a dejarte engatusar por las malas artes de esa malvada.
- Esa malvada es mi mejor amiga.
- No, no es tu mejor amiga, ella no ha estado cuando más lo has necesitado.
- Te equivocas. Cuando más lo he necesitado sólo ha estado ella. Que lo haya sabido apreciar o no es otra historia.
- ¿Pero no ves que te va a volver a hacer daño?
- He sido yo quien le ha hecho mucho daño, y aún tiene la bondad de sonreírme cuando me ve.
- Se lo merece por todo lo que te ha hecho pasar.
- Tú y yo no nos podemos hacer a la idea de todo lo que ha pasado ella, y sola.
- Así es como tiene que ser, tiene que estar sola, no te merece, no te hará ningún bien.
- ¿Sabes? Ella jamás me ha dicho, no vayas con ésa, o con ésta.
- Tan sólo soy una amiga que se preocupa por la felicidad de su mejor amigo.
- Te equivocas: tan sólo eres una persona preocupada por tu propia supervivencia.
Ojalá las palabras brotaran tan fácilmente.
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