Eternidad

*Recuérdame como un día imaginaste que fui

jueves, 21 de abril de 2011

Noches que no deberían existir

Y borracha de irracionalidad os digo: mejor no implicarse con nadie, ni dejar rienda suelta al corazón, ni ponerlo en manos de ningún ser, porque se cae. Se cae, de verdad. Lo tiran, o se les resbala de las manos. Y se rompe, y duele, hace daño. Y por mucho que luego recompongas las piezas y las unas, siempre estarán esas grietas que te recordarán por qué están ahí, quién descuidó tu corazón como para quebrarlo de esa manera, o quién lo hirió inconscientemente dejando esas marcas de dolor que siempre duelen. Pero nunca, nunca se van, nunca se curan.
Que la sincronía entre los latidos de dos corazones es ficticia, es pura utopía para que la gente tenga esperanza en que su vida en un futuro sea más plena. Pero nunca lo es, nunca. Siempre crees encontrar a esa persona que entienda las arritmias de tu corazón, a consecuencia de las caídas que ya lleva. Y después de otra caída más, te vuelves a convencer de que llegará alguien que no lo ponga en sus manos, sino en un sitio tan seguro que ni por todos los golpes del mundo pueda sufrir daño. Pero no, eso no pasa. Siempre querrás ver en esa persona lo que nunca tendrá, lo que un día creíste que era pero nunca fue. Por eso, imaginadme como un día creísteis que fui, porque probablemente no lo seré y quizás ése sea el motivo por el que mi corazón tenga tantas grietas, pero de verdad, os lo juro: intenté serlo de verdad, con todas mis fuerzas. Intenté ser todas y cada una de las cosas que queríais y esperabais encontrar en mí. Pero tan sólo puedo ofrecer mi media sonrisa desgastada, cuatro palabras mal escritas sobre un folio y un baúl lleno de inseguridades y contradicciones que me gustaría poder olvidar. Y está claro que eso nunca fue suficiente.
Así que, entre lágrimas, os digo, estúpidos lectores que perdéis vuestro tiempo leyéndome, bien porque me conocéis, bien porque lleváis en este mundo demasiado tiempo como pasarme por alto, o bien por interés, aquí no hay nada más que hacer. Esta es la grandiosa, maravillosa, espectacular y despampanante Srta. Nostalgia. Una post-adolescente frustrada ante la vida, con un arsenal de heridas mentales que NUNCA cicatrizan porque soy una retrasada que no avanza, sola y sin apenas nadie en quien pueda apoyar la cabeza y sentir tranquilidad por mucho más de medio año, con una carrera que me viene grande la mayor parte del tiempo y un sueño frustrado por el que nadie excepto yo presta atención más de dos segundos. Y sobre todo, con una enorme capacidad de joderlo siempre todo para pasarme la vida entera después escribiendo sobre la misma mierda decadente una y otra vez, sin sentido alguno, sin destino alguno.
¿Y quieren saber algo más? Ni siquiera aguanto una noche entera con tacones.
Ni Srta. Nostalgia, ni Nannoncé, ni mierdas. Tan sólo soy Ana, un nombre común y estúpido que lleva casi todo el mundo, y que probablemente no dirá nunca nada a nadie que valga la pena, porque cuando lo hace, ven lo que hay dentro, y salen huyendo. Y sólo me cabe esperar a que esta noche pase rápido. Me esconderé entre las sábanas y desearé, como cada noche, que al día siguiente la vida sea un poquito mejor, algo más plena, algo más tranquila, algo más alegre, algo más divertida, algo más pasional. Pero todos sabemos que eso no va a pasar. No a mí.
No tengo nada más que ofrecer.

6 comentarios:

  1. Me gusta, me gusta mucho.

    Es un texto sincero y que sale directamente de tu interior, irreflexionado, tal cual lo has sentido, y se nota. Deberías escribir así más veces, aunque luego creas que te equivocas o te arrepientas de lo que dices, pero es cuando dejas entrever la esencia pura a través de tus palabras. La fuerza que tienen es incomparable.

    Me gusta el tono hastiado y decadente. Es duro, pero eres tú, o el yo que siempre dices que sueles ser. Me gusta la ironía empleada en el tercer párrafo y me gusta la dosis de realidad del último.

    Es un texto muy completo. Felicidades, aquí te entrego la Copa. Ahora no la tires delante del bus xDD

    ResponderEliminar
  2. Eres maravillosa. Como Srta. Nostalgia, como Nannoncé y sobre todo como Ana. Y si tú no eres capaz de apreciar el valor que tienes, lo haré yo por ti y te lo recordaré cada día.

    ResponderEliminar
  3. Es necesario sentirse así para aprender a tocar fondo. Es necesario para saber (y querer) coger impulso, salir a flote y coger aire. Bocanadas llenas de oxígeno y de fuerza.
    Siempre tenemos algo que ofrecer, siempre. Aunque parezca que todo ha muerto, que la esencia se ha perdido. Nunca es tarde para nada, y menos para dar un paso al frente.

    Sea lo que sea, ánimos.
    Un beso :*

    ResponderEliminar
  4. Una noche entera con tacones. Mitología urbana!. ;)

    ResponderEliminar
  5. Supongo que todas y todos hemos pasado por algo así. Ganas de gritar tan fuerte y desde tan adentro.. pero que no nos salga la voz.

    Sigue así. Me alegro de haber conocido tu caligrafía y de poder compartir lo que también a mi me sucede, contigo.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  6. Eso que explicas nos pasa a mucha gente, pero unos lo saben llevar mejor que otros. Te entiendo perfectamente, de todas formas no hay mal ni bien que cien años dure! asi que... los tacones son sólo una noche, eso lo aguanto hasta yo si hace falta!! jaja!! el resto... también pasará, pero tu tienes que poner también un poquito de tu parte. Siempre sale el sol.

    ResponderEliminar

Deja tu huella para la eternidad