Cuando creí que la realidad superaba al sueño, estaba equivocada. Se trataba de la misma pesadilla. El mismo miedo que Ilusión se procuró llevar, volvió a aparecer. El reloj se paró por milésima vez, y vi como la ligera esperanza que días atrás me había acompañado, se burlaba de mí. Yo, cansada, apenas tenía fuerzas para abrir los ojos.
Esto no podía durar mucho, Anaís. Era muy parecido a los entonces. Y esos, ya no volverán. ¿Página 3? Ja, qué optimista.
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